Este pesebre lo compré en la ciudad de San Luis, Argentina.
Está hecho de cerámica, en una sola pieza, que simula ser una capilla, con Jesús, María y José dentro, ocupando, si se quiere, el lugar del altar...
San Francisco de Asía se convirtió quizás en el mayor difusor de la costumbre del pesebre al celebrar en 1223 en Greccio, Italia, una misa de Navidad con un buey, una mula y un pesebre de heno, modo de celebración que causó gran impacto en su época.
Benedicto XVI, en su homilía de la misa de Nochebuena de 2011, destacó que San Francisco hacía celebrar la Eucaristía sobre el pesebre que estaba entre el buey y la mula.
Según el alemán Leonhard Lehmann, profesor de espiritualidad franciscana en Roma y superior del Instituto Histórico de la orden capuchina, "la liturgia navideña de Greccio no queda anclada en el acontecimiento de Belén, sino que sigue a Jesús hasta el Gólgota y lo reconoce como el Redentor y el Glorificado que desciende nuevamente hoy hasta nosotros y se nos da en la comunión".
"Así pues, Belén, la cruz y el altar quedan ensamblados en una misma celebración de fe", explica Lehmann.
El lugar del pesebre de Greccio "fue luego consagrado en templo del Señor: en honor del beatísimo padre Francisco se construyó sobre el pesebre un altar y se dedicó una iglesia, para que, donde en otro tiempo los animales pacieron el pienso de paja, allí coman los hombres de continuo, para salud de su alma y de su cuerpo, la carne del Cordero inmaculado e incontaminado, Jesucristo", escribió en 1228 Tomás de Celano, el primer biógrafo del "pobrecito de Asís".
Pesebre, altar, templo... así veo yo también a esta sencilla pieza traída desde San Luis.
Está hecho de cerámica, en una sola pieza, que simula ser una capilla, con Jesús, María y José dentro, ocupando, si se quiere, el lugar del altar...
San Francisco de Asía se convirtió quizás en el mayor difusor de la costumbre del pesebre al celebrar en 1223 en Greccio, Italia, una misa de Navidad con un buey, una mula y un pesebre de heno, modo de celebración que causó gran impacto en su época.
Benedicto XVI, en su homilía de la misa de Nochebuena de 2011, destacó que San Francisco hacía celebrar la Eucaristía sobre el pesebre que estaba entre el buey y la mula.
Según el alemán Leonhard Lehmann, profesor de espiritualidad franciscana en Roma y superior del Instituto Histórico de la orden capuchina, "la liturgia navideña de Greccio no queda anclada en el acontecimiento de Belén, sino que sigue a Jesús hasta el Gólgota y lo reconoce como el Redentor y el Glorificado que desciende nuevamente hoy hasta nosotros y se nos da en la comunión".
"Así pues, Belén, la cruz y el altar quedan ensamblados en una misma celebración de fe", explica Lehmann.
El lugar del pesebre de Greccio "fue luego consagrado en templo del Señor: en honor del beatísimo padre Francisco se construyó sobre el pesebre un altar y se dedicó una iglesia, para que, donde en otro tiempo los animales pacieron el pienso de paja, allí coman los hombres de continuo, para salud de su alma y de su cuerpo, la carne del Cordero inmaculado e incontaminado, Jesucristo", escribió en 1228 Tomás de Celano, el primer biógrafo del "pobrecito de Asís".
Pesebre, altar, templo... así veo yo también a esta sencilla pieza traída desde San Luis.
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