Este pesebre me lo regaló en noviembre de 2014 mi precioso ahijado Tommy. Fue comprado en la santería de Nuevo Schoenstatt, de Florencio Varela (Argentina).
Tiene una base de madera ovalada y las tres figuras de la Sagrada Familia en metal.
Es una verdadera miniatura ya que toda la pieza apenas mide 3 centímetros por 2,5 centímetros. Y el Niño apenas alcanza los cinco milímetros.
Una vez santa Teresa del Niño Jesús, al regalarle una estampa a su hermana Celina para su cumpleaños, anotó en el sobre estas palabras:
"Jesús, ¿quien te ha hecho tan pequeño? El amor".
Este diálogo se atribuye a san Bernardo, pero más allá de eso, bien podría resumir la mirada que Teresita tuvo al misterio de la Encarnación. Si por amor, Jesús se hizo pequeño, ella, imitándole, también se hizo pequeña por amor...
La pequeñez espiritual tiene sabor a bienaventuranza evangélica. Hay que hacerse como niños para entrar al Reino de los Cielos. Solo los pequeños de corazón -¡y no los de corazón pequeño!- verán a Dios...
Son los ojos de niño -los ojos de la fe- los que permiten acercarse con confianza al pequeño Jesús y levantar el velo que lo envuelve... Solo quien es pequeño cabe junto al pequeño Jesús en el regazo de María... Solo así se puede pregustar el Cielo...
"Envuelto en luz de amor,
en el blando regazo de tu Madre,
¡oh, mi dulce Jesús!, te muestras a mis ojos, radiante de amor.
El amor:
misteriosa razón
que te alejó de tu mansión celeste
y te trajo al destierro.
Deja que yo me esconda bajo el velo
que a la humana mirada te disfraza.
Solamente a tu lado, ¡oh Estrella matutina!,
mi corazón pregusta un avance del cielo".
"El rocío divino", Santa Teresa del Niño Jesús, 1893.
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