Éste es un pesebre en miniatura, de cerámica, de cuatro piezas, con las figuras de la Sagrada Familia con una expresión muy esperanzadora y de una genuina y sencilla felicidad.
Hoy, 14 de marzo de 2013, he visto muchos rostros con esta misma expresión en las calles de Buenos Aires.
Hoy no es un día más. Tenemos nuevo pastor, uno que ya era nuestro pastor de Buenos Aires y que ahora compartimos con el mundo entero. Eligió llamarse Francisco, como el santo de Asís, el santo de la humildad... ¡y también el santo del pesebre!
Hoy, en su primera homilía como Papa, Francisco invitó a caminar, a construir y a confesar a Jesús... sin dejar de abrazar la Cruz. No hay -no habrá- de otro modo verdadera Iglesia.
Es una auténtica y renovada invitación a cruzar el umbral de la esperanza, el mismo del que tanto nos habló Juan Pablo II, el mismo umbral desde el que nos miran hoy Jesús, María y José...
Dedico estas palabras a tantos hermanos en Cristo, muchos anónimos, con quienes me crucé ayer y hoy, en la calle, en la catedral, en el barrio natal de Francisco y en este blog. También a la familia Muñiz-Calzia, que me regaló este pesebre en diciembre de 2012 y con la que tengo la gracia de compartir un camino de amistad y fe. A todos les deseo ¡paz y bien!
Hoy, 14 de marzo de 2013, he visto muchos rostros con esta misma expresión en las calles de Buenos Aires.
Hoy no es un día más. Tenemos nuevo pastor, uno que ya era nuestro pastor de Buenos Aires y que ahora compartimos con el mundo entero. Eligió llamarse Francisco, como el santo de Asís, el santo de la humildad... ¡y también el santo del pesebre!
Hoy, en su primera homilía como Papa, Francisco invitó a caminar, a construir y a confesar a Jesús... sin dejar de abrazar la Cruz. No hay -no habrá- de otro modo verdadera Iglesia.
Es una auténtica y renovada invitación a cruzar el umbral de la esperanza, el mismo del que tanto nos habló Juan Pablo II, el mismo umbral desde el que nos miran hoy Jesús, María y José...
Dedico estas palabras a tantos hermanos en Cristo, muchos anónimos, con quienes me crucé ayer y hoy, en la calle, en la catedral, en el barrio natal de Francisco y en este blog. También a la familia Muñiz-Calzia, que me regaló este pesebre en diciembre de 2012 y con la que tengo la gracia de compartir un camino de amistad y fe. A todos les deseo ¡paz y bien!
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