Este Niñito, de estilo clásico, de plástico, me lo regaló mi ahijado Tommy en diciembre de 2012. Estábamos en la misa de la Inmaculada y, tal como sucedió en 2011, a los chicos presentes le regalaban un Niñito. Como a su hermanito Juachi también le dieron uno, Tommy decidió regalarme el suyo...
Ya había tenido este mismo gesto el año anterior. Así que esto me llevó a reflexionar sobre qué hace que un valor, en este caso el de la generosidad, se vuelva una costumbre en nosotros.
Creo que cuando un valor es hábito en alguien, en ese corazón hay una virtud.
Pero la virtud no nace por generación espontánea. Hay que cultivarla, como una planta. Regarla, abonarla, removerles de vez en cuando la tierra, podarla también, hasta fumigarla si es necesario y, por supuesto, hablarle con dulzura... Y así nacen los frutos de los valores hechos virtud. ¡Pidamos al Buen Jardinero que demos fruto abundante!
Ya había tenido este mismo gesto el año anterior. Así que esto me llevó a reflexionar sobre qué hace que un valor, en este caso el de la generosidad, se vuelva una costumbre en nosotros.
Creo que cuando un valor es hábito en alguien, en ese corazón hay una virtud.
Pero la virtud no nace por generación espontánea. Hay que cultivarla, como una planta. Regarla, abonarla, removerles de vez en cuando la tierra, podarla también, hasta fumigarla si es necesario y, por supuesto, hablarle con dulzura... Y así nacen los frutos de los valores hechos virtud. ¡Pidamos al Buen Jardinero que demos fruto abundante!
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