En abril de 2018 visité en Lima, Perú, la preciosa y monumental Basílica de San Francisco.
Era domingo y el templo, que realmente es enorme, estaba colmado de gente del lugar, turistas y numerosas cofradías que ese día se reunían allí para la celebración de la misa.
Entre la multitud de feligreses, fui visitando las capillas laterales de estilo barroco, pero una llamó especialmente mi atención, no por su riqueza artística -todos los altares la tienen por igual- sino por dos detalles. La capilla lateral dedicada a Nuestra Señora del Carmen tenía sus trabajadas puertas de rejas abiertas, mientras las demás estaban cerradas. Pero, además, noté de refilón algo sobre el altar, algo que a primera vista no pude identificar del todo pero que, sin dudas, me hizo frenar. "¿Es una cunita?". Me puse en puntas de pie para tratar de ver un poco más... ¡Un Niño Jesús en una cuna!
Una señora, que seguramente vio mi cara de asombro y mi interés particular, se me acercó en seguida. Se presentó como Eugenia. Me contó que era miembro de la Cofradía de la Virgen del Carmen de la Basílica de San Francisco y que los sábados tienen la costumbre de acudir a esta capilla lateral y bajar la figura del Niño que la Virgen del Carmen tiene en brazos. Le cambian la ropa y lo "cargan" un rato "para ayudar a la Virgen", me contó Eugenia con toda dulzura.
El Niño en la cuna sobre el altar era de Ana Lucía, una de sus hermanas de cofradía. "Lo trae a pasear un rato a la iglesia y luego vuelve a su casa", me dijo Eugenia con toda naturalidad...
A mi me impactó muchísimo un gesto tan simple y peculiar como éste: llevar a Jesús a pasear al templo, sacarlo de casa, permitir el encuentro del Niño con otras personas...
Me recordó al pasaje en que María y José llevan al Niño al templo, dando paso a esos encuentros preciosos con los ancianos Simeón y Ana.
Pero también a las tantas visitas de Jesús al templo de Jerusalén, a sus encuentros con tantas personas allí...
"Y Jesús se paseaba por el Templo", dice el Evangelio de san Juan (10, 23).
Pienso que llevar a Jesús al templo es hoy ser medios, instrumentos, para que el Señor pueda llegar a otros "templos" donde Dios desea entrar, recorrer, observar con atención, enseñar... y también echar "mercaderes" y hasta derribar muros para reconstruirlos... para volverlos verdaderas casas de oración y moradas suyas.
¡El Jesús que te habita quiere que lo saques a pasear!
Entre la multitud de feligreses, fui visitando las capillas laterales de estilo barroco, pero una llamó especialmente mi atención, no por su riqueza artística -todos los altares la tienen por igual- sino por dos detalles. La capilla lateral dedicada a Nuestra Señora del Carmen tenía sus trabajadas puertas de rejas abiertas, mientras las demás estaban cerradas. Pero, además, noté de refilón algo sobre el altar, algo que a primera vista no pude identificar del todo pero que, sin dudas, me hizo frenar. "¿Es una cunita?". Me puse en puntas de pie para tratar de ver un poco más... ¡Un Niño Jesús en una cuna!
Una señora, que seguramente vio mi cara de asombro y mi interés particular, se me acercó en seguida. Se presentó como Eugenia. Me contó que era miembro de la Cofradía de la Virgen del Carmen de la Basílica de San Francisco y que los sábados tienen la costumbre de acudir a esta capilla lateral y bajar la figura del Niño que la Virgen del Carmen tiene en brazos. Le cambian la ropa y lo "cargan" un rato "para ayudar a la Virgen", me contó Eugenia con toda dulzura.
El Niño en la cuna sobre el altar era de Ana Lucía, una de sus hermanas de cofradía. "Lo trae a pasear un rato a la iglesia y luego vuelve a su casa", me dijo Eugenia con toda naturalidad...
A mi me impactó muchísimo un gesto tan simple y peculiar como éste: llevar a Jesús a pasear al templo, sacarlo de casa, permitir el encuentro del Niño con otras personas...
Me recordó al pasaje en que María y José llevan al Niño al templo, dando paso a esos encuentros preciosos con los ancianos Simeón y Ana.
Pero también a las tantas visitas de Jesús al templo de Jerusalén, a sus encuentros con tantas personas allí...
"Y Jesús se paseaba por el Templo", dice el Evangelio de san Juan (10, 23).
Pienso que llevar a Jesús al templo es hoy ser medios, instrumentos, para que el Señor pueda llegar a otros "templos" donde Dios desea entrar, recorrer, observar con atención, enseñar... y también echar "mercaderes" y hasta derribar muros para reconstruirlos... para volverlos verdaderas casas de oración y moradas suyas.
¡El Jesús que te habita quiere que lo saques a pasear!
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