Este pesebre me lo regaló papá y fue comprado en el centro histórico de Lima, Perú, en noviembre de 2014.Está compuesto por cuatro piezas, en colores liláceos y blanco, con motivos florales ayacuchanos.
El conjunto lo componen las figuras de José, María con el Niño en brazos, y dos alpacas, camélidos típicos de los Andes peruanos.
Este bello pesebre es de cerámica de Quinua, un pueblo de Ayacucho (Perú) muy conocido por la elaboración de piezas de alfarería a partir de una mezcla de arcilla roja, puzolana y agua que conforma una pasta que luego se prensa en un molde de yeso vaciado sobre un prototipo confeccionado por manos artesanas. Luego las piezas se llevan al horno y se pintan a mano.
Este modelo de pesebre en particular ha recibido el nombre de "Excelencia", palabra que proviene del vocablo latín "excelsus" y que puede dividirse en "ex" (fuera de) y "celsus" (elevado o superior). Por eso podría definirse la "excelencia" como aquello que está por fuera o por encima de lo más elevado.
Excelso es Dios. Y así le reconocemos cuando proclamamos: "Tú, Señor, eres el Altísimo sobre toda la tierra" (Salmo 97).
En la visión del profeta Isaías, Dios está "sentado sobre un trono alto y excelso" (Isaías 6,1).
El cielo, las alturas... nos hablan de la grandeza sublime de Dios. Y aunque en verdad el Señor es excelso, nos equivocamos si pensamos que está demasiado lejos de nuestra pequeñez: Él, sin perder grandeza ni poder, se hizo cercano, el "Dios con nosotros", al encarnarse.
En Jesús, Dios se abaja para estar tan cerca de nosotros como un hermano lo está de otro.
El cántico de la Carta a los Filipenses (2,6-11) resalta que Cristo, "a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos; y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz".Siendo de naturaleza excelsa, Jesús nace y muere sin ropajes de "excelencia". "Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre".
Jesús, ese rostro hermano que nos mira desde este pesebre, nos tiende su mano cercana para elevarnos con Él... porque en Él, por Él y con Él hemos sido revestidos de la excelsa dignidad de hijos de Dios.
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