Este pesebre lo compré en Miraflores (Lima, Perú), en noviembre de 2014.
Es una sola pieza de cerámica, de vivos colores.
Las figuras de la Sagrada Familia están dentro de una pequeña gruta, junto a dos pastores y un par de animales. Pero lo que destaca es un loro, de colorido plumaje, posado sobre el conjunto.
¿Qué hace un loro en un pesebre? En realidad, en ciertos países donde abundan estas aves en los belenes suelen verse loros junto a otros pájaros, como parte de un conjunto amplio de animales, que representa la acogida que toda la creación da al Hijo de Dios.
Encontré un cuento del titiritero y escritor argentino Javier Villafañe, titulado "Recuerdo de un Nacimiento", que, precisamente, presenta a un loro como uno de los animales destacados que acuden al pesebre.
El relato describe un belén con aires de "campo argentino", con la flora típica de las pampas, ranchos de paja y hasta aljibes y carretas.
Allí está el Niño recién nacido, María, José, el ángel, los tres reyes magos, los pastores, con sus cabras y ovejas.
Y luego una infinidad de otros animales: el gallo, el buey, la vaca, el ternero, el loro... Un tero, una gacela, horneros, palomas, leones, perros, caballos, jirafas, elefantes, ñandúes, iguanas, comadrejas... ¡y hasta peludos!
Pero el autor pone su mirada, en medio de aquella multitud de animales, en un chancho, un cerdo encerrado en un corral en un extremo del pesebre.
El gallo, el buey, la oveja, la gacela y el loro estaban, en cambio, bien cerquita de la cuna de Jesús.
Y, según el cuento, esto fue así porque, al nacer Jesús, en plena medianoche, el gallo se subió un árbol y, como si amaneciera, cantó: "¡Cristo nació!". Y entonces los otros animales se apresuraron a acudir al pesebre.
El loro dijo: "Creo, creo". Creyó, fue a adorar al Niño y dio testimonio de su fe.
Y dice el relato que muchos otros animales también se encaminaron a Belén, se me ocurre que atraídos por el testimonio de aquel primer grupo de animales... A su vez, los pájaros que llegaron en segundo término al pesebre, una vez que contemplaron al Niño, salieron volando con premura para comunicar al mundo la Buena Noticia.
"Invitaban a que fueran a ver al Niño Dios recién nacido rodeado de ángeles y de palomas. Y nadie dejó de ir a verlo. Y el pesebre resultó demasiado pequeño para recibir tantas visitas", apunta el cuento.
Y así, ¡hasta los peces llegaron caminando a la gruta de Belén!Pero el chancho no quiso ir. Se quedó en su chiquero, cabizbajo, lejos del Niño.
Dios quiera que cuando veas este pesebre te sientas invitado a acudir y a invitar a otros... Dios quiera que escuches al lorito pregonando su alegre y contagioso "creo, creo"... Dios quiera que no te quedes en tu corral... Dios quiera... ¡Dios lo quiere!
Allí está el Niño recién nacido, María, José, el ángel, los tres reyes magos, los pastores, con sus cabras y ovejas.
Y luego una infinidad de otros animales: el gallo, el buey, la vaca, el ternero, el loro... Un tero, una gacela, horneros, palomas, leones, perros, caballos, jirafas, elefantes, ñandúes, iguanas, comadrejas... ¡y hasta peludos!
Pero el autor pone su mirada, en medio de aquella multitud de animales, en un chancho, un cerdo encerrado en un corral en un extremo del pesebre.
El gallo, el buey, la oveja, la gacela y el loro estaban, en cambio, bien cerquita de la cuna de Jesús.
Y, según el cuento, esto fue así porque, al nacer Jesús, en plena medianoche, el gallo se subió un árbol y, como si amaneciera, cantó: "¡Cristo nació!". Y entonces los otros animales se apresuraron a acudir al pesebre.
El loro dijo: "Creo, creo". Creyó, fue a adorar al Niño y dio testimonio de su fe.
Y dice el relato que muchos otros animales también se encaminaron a Belén, se me ocurre que atraídos por el testimonio de aquel primer grupo de animales... A su vez, los pájaros que llegaron en segundo término al pesebre, una vez que contemplaron al Niño, salieron volando con premura para comunicar al mundo la Buena Noticia.
"Invitaban a que fueran a ver al Niño Dios recién nacido rodeado de ángeles y de palomas. Y nadie dejó de ir a verlo. Y el pesebre resultó demasiado pequeño para recibir tantas visitas", apunta el cuento.
Y así, ¡hasta los peces llegaron caminando a la gruta de Belén!Pero el chancho no quiso ir. Se quedó en su chiquero, cabizbajo, lejos del Niño.
Dios quiera que cuando veas este pesebre te sientas invitado a acudir y a invitar a otros... Dios quiera que escuches al lorito pregonando su alegre y contagioso "creo, creo"... Dios quiera que no te quedes en tu corral... Dios quiera... ¡Dios lo quiere!
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