Mi ciudad, Buenos Aires, también tiene sus pesebres callejeros, un testimonio de que Jesús nace también en medio de las realidades concretas, complejas y cotidianas de las grandes urbes.
El pesebre más grande de la capital argentina se monta cada diciembre en la Plaza de los Dos Congresos, con el palacio del Parlamento como telón de fondo, un habitual escenario de convulsionadas marchas de protestas.
El pesebre más grande de la capital argentina se monta cada diciembre en la Plaza de los Dos Congresos, con el palacio del Parlamento como telón de fondo, un habitual escenario de convulsionadas marchas de protestas.
Allí, los Amigos de la Avenida de Mayo organizan cada Adviento el armado de este pesebre, compuesto por medio centenar de figuras de tamaño real realizadas por el escultor Fernando Pugliese.
Bajo el sol abrasador de diciembre, los transeúntes no se amilanan y, llevados por la curiosidad o la inspiración divina, se acercan a este remanso de paz en medio del bullicio citadino, donde los ruidos parecen no estorbar la contemplación, los animales no se espantan de las bocinas y Jesús nace... en el corazón mismo de Buenos Aires.
Bajo el sol abrasador de diciembre, los transeúntes no se amilanan y, llevados por la curiosidad o la inspiración divina, se acercan a este remanso de paz en medio del bullicio citadino, donde los ruidos parecen no estorbar la contemplación, los animales no se espantan de las bocinas y Jesús nace... en el corazón mismo de Buenos Aires.
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