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#256 Libro vivo


Este pesebre me lo regaló en agosto de 2018 mi amiga Cris Terceiro. Fue hecho en Portugal, pero lo compró en una tienda de Santiago de Compostela, en España.
El nacimiento es de la marca Marfinites Louças Falcâo, está hecho de marfinite -un material sintético que imita al marfil-
y la figura es muy delicada en su diseño. Todo el conjunto está enmarcado en un libro abierto, cuya página central es el mismo Cristo.
Y verdaderamente la encarnación del Hijo, el nacimiento de Jesús es la página que divide en dos la historia de la humanidad y la historia personal de cada hombre: "Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros" (Juan 1, 14).
Y la Palabra encarnada es la Vida. Libro vivo.
Cuenta santa Teresa de Jesús que en 1559, a sus 44 años, cuando su proceso de conversión llevaba unos cinco años, sintió fuertemente el tener que desapegarse de ciertos libros que la Inquisición había incluido en un índice de textos prohibidos. Muchos de estos libros -escritos, por ejemplo, por san Juan de Ávila y san Francisco de Borja- le habían hecho a la santa un gran bien en su camino espiritual y, como cualquier apoyo, sobre todo para quien no está muy seguro al dar sus pasos, cuesta dejarlo.
Teresa obedeció -del camino seguro de la obediencia sí estaba convencida-, aunque no sin sufrimiento. Se quedaba "sin recreación" y sin la buena guía que muchos de esos libros le proporcionaban.
Pero Teresa perdía algo más, algo fundamental para su vida: la lectura de la Palabra de Dios. Por entonces, la Biblia no era de acceso masivo y estaba casi exclusivamente disponible en latín, idioma que Teresa ignoraba. De modo que accedía a la Palabra a través de fuentes secundarias, es decir, sermones o libros en lengua romance que citaban partes de las Escrituras. Se ve que Teresa absorbió como una esponja esas citas... de hecho, en sus obras, los expertos teresianistas han contabilizado unas 600 referencias bíblicas.
"No tengas pena, que Yo te daré libro vivo", le dijo el Señor a santa Teresa en un habla interior (Libro de la vida, 26). Dice la santa que no entendió mucho el sentido de estas palabras porque aún no tenía visiones intelectuales de la humanidad de Cristo, una gracia que se le estaba a punto de conceder.
"Después, desde a bien pocos días, lo entendí muy bien, porque he tenido tanto en qué pensar y recogerme en lo que veía presente, y ha tenido tanto amor el Señor conmigo para enseñarme de muchas maneras, que muy poca o casi ninguna necesidad he tenido de libros; Su Majestad ha sido el libro verdadero adonde he visto las verdades ¡Bendito sea tal libro, que deja imprimido lo que se ha de leer y hacer, de manera que no se puede olvidar!", exclama Teresa.
La del Libro Vivo es una experiencia cuya autenticidad se constata en los frutos. Todo encuentro con el Señor, si verdadero, nos transforma. En el caso de Teresa, ella misma nos cuenta cómo fue movida a la humildad, al servicio, al amor a la Cruz...
Nos podríamos ver tentados de admirarnos ante esta gracia mística recibida por Teresa de "ver" el Libro Vivo que es Jesús pero pensar que todo esto es solo para los grandes santos, que estamos muy lejos de estos caminos extraordinarios.
Sin embargo, recibimos nosotros una gracia que Teresa no recibió, la del acceso cotidiano, amplio, directo y sin restricciones a la Palabra de Dios, que hoy podemos leer en nuestro idioma y hasta llevarla en el móvil.
Aunque sin visiones ni manifestaciones extraordinarias, nosotros también podemos hacer experiencia del Libro Vivo a través del encuentro cotidiano con Dios en la Palabra, una escucha que se vuelve diálogo en la oración y que es auténtica cuando transforma nuestra vida en aspectos concretos.
También podemos aprender de Teresa en este sentido porque no siempre sus encuentros con el Libro Vivo fueron con visiones.
Fue en la oración donde la santa dejaba resonar la Palabra escuchada en un sermón o leída en un libro. Y en la oración dejaba que el Maestro le descubriera su sentido. Un sentido que daba sentido a lo que ella misma iba viviendo. Experimentaba la Palabra Viva, que habla directo al corazón e impacta en la propia existencia. No es palabra muerta, del pasado o dirigida a otros. Es Libro vivo.


"La Palabra de Dios es viva y eficaz".
Carta a los Hebreos 4, 12



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