Este pesebre me lo regalaron mis padres en agosto de 2017. Lo compraron en la santería de Nuestra Señora del Carmelo, en Buenos Aires, pero fue hecho en China y es de la marca Montefiori. Es una única pieza, en resina, con las figuras de la Sagrada Familia: san José sostiene un farol y abraza a María, que sobre su falda tiene sentado al Niño Jesús.
La imagen de María que en su regazo tiene sentado al Niño fue en el arte religioso medieval una representación muy popular de la Virgen como "sedes Sapientiae", o "trono de la Sabiduría". Con el correr de los siglos, el arte siguió representando esta figura, aunque dándole mayor movimiento, con gestos de ternura maternal, como en este pesebre, en el que la Virgen sostiene la mano del Niño y le mira con suma dulzura.
Jesús es la Sabiduría encarnada y María, su trono.
Dice san Luis María Grignion de Montfort, en "El amor de la Sabiduría eterna", que un deseo ardiente, oración continua y mortificación son tres medios para adquirir la sabiduría divina, pero, afirma, el gran medio y mejor secreto para adquirirla y consrrvarla es una "tierna y verdadera" devoción a la Santísima Virgen, que es "la madre, la señora y el trono de la divina Sabiduría".
La imagen de María que en su regazo tiene sentado al Niño fue en el arte religioso medieval una representación muy popular de la Virgen como "sedes Sapientiae", o "trono de la Sabiduría". Con el correr de los siglos, el arte siguió representando esta figura, aunque dándole mayor movimiento, con gestos de ternura maternal, como en este pesebre, en el que la Virgen sostiene la mano del Niño y le mira con suma dulzura.
Jesús es la Sabiduría encarnada y María, su trono.
Dice san Luis María Grignion de Montfort, en "El amor de la Sabiduría eterna", que un deseo ardiente, oración continua y mortificación son tres medios para adquirir la sabiduría divina, pero, afirma, el gran medio y mejor secreto para adquirirla y consrrvarla es una "tierna y verdadera" devoción a la Santísima Virgen, que es "la madre, la señora y el trono de la divina Sabiduría".
María es la Señora de la divina Sabiduría, explica san Luis María Grignion de Montfort, no porque sea superior ni igual a Dios "sino porque Dios Hijo, la Sabiduría eterna, con haberse sometido en todo a María, como a su Madre, le ha otorgado sobre sí mismo un poder maternal y natural del todo incomprensible, no sólo durante su vida mortal, sino incluso en el cielo, ya que la gloria no destruye la naturaleza, sino que la perfecciona" en virtud de lo cual "Jesús en el cielo es, más que nunca, Hijo de María, y María, Madre de Jesús".
En este sentido, destaca el santo francés, "María tiene autoridad sobre Él, y Él, en cierto modo, le está sumiso, porque así lo ha querido; es decir, que María, por su poderosa oración y gracias a su divina maternidad, obtiene de Jesús todo cuanto quiere, lo da a quien quiere y le engendra todos los días en las almas que ella quiere".
"¡Oh cuán dichosa es el alma que ha logrado el favor de María! Puede tener la seguridad de poseer muy pronto la Sabiduría, pues como ésta ama a los que la aman, les comunica a manos llenas sus dones, especialmente el bien infinito que encierra todos los demás, Jesús, fruto de su vientre", explica el santo.
En María, "trono real de la Sabiduría eterna", muestra la misma Sabiduría sus grandezas, exhibe sus tesoros y pone sus delicias. "No existe otro lugar en el cielo ni en la tierra donde la Sabiduría eterna derroche tanta magnificencia y se complazca tanto como en la incomparable María", afirma san Luis María Grignion de Montfort.
En este sentido, destaca el santo francés, "María tiene autoridad sobre Él, y Él, en cierto modo, le está sumiso, porque así lo ha querido; es decir, que María, por su poderosa oración y gracias a su divina maternidad, obtiene de Jesús todo cuanto quiere, lo da a quien quiere y le engendra todos los días en las almas que ella quiere".
"¡Oh cuán dichosa es el alma que ha logrado el favor de María! Puede tener la seguridad de poseer muy pronto la Sabiduría, pues como ésta ama a los que la aman, les comunica a manos llenas sus dones, especialmente el bien infinito que encierra todos los demás, Jesús, fruto de su vientre", explica el santo.
En María, "trono real de la Sabiduría eterna", muestra la misma Sabiduría sus grandezas, exhibe sus tesoros y pone sus delicias. "No existe otro lugar en el cielo ni en la tierra donde la Sabiduría eterna derroche tanta magnificencia y se complazca tanto como en la incomparable María", afirma san Luis María Grignion de Montfort.
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