Esta imagen la tomé a finales de octubre de 2016 en Buenos Aires. Está en una de las paredes exteriores de la parroquia Nuestra Señora de los Dolores.
Me gusta el contraste entre el gris de la vereda y de la pared con pintadas sombrías abajo y el colorido y las líneas simples de esta imagen que tan sencillamente expresan y comparten con la gente que pasa por ahí el gozo por el nacimiento de Jesús.
Habrán visto o experimentado esta escena muchas veces, cuando los papás toman al bebé y lo balancean o lo alzan hacia el cielo, un juego que a los pequeños suele encantarles y hacerlos reír y a los grandes les hace olvidar de todos los problemas con los que venían cargados...
Supongo que problemas no le faltaban a María y a José. La precariedad de la gruta, la soledad por estar lejos de Nazaret, la idea de tener que huir a Egipto... Y, sin embargo, están genuinamente alegres.
Es decir, una cosa no quita la otra. Los problemas son reales. Y, con todo, prevalece la alegría.
Es la alegría por el Hijo. La alegría de tenerlo con ellos. La alegría ante la alegría del Niño. Y la alegría por ver la voluntad del Padre cumplida, aunque sea de un modo misterioso, quizás incomprensible en muchos aspectos para el entendimiento humano, pero cumplida.
La alegría que proviene de Dios es un don tan profundo -tan completamente distinta a la alegría fugaz que ofrece el mundo- que nada, ni aun en medio de los problemas concretos, la puede apagar.
Me gusta de esta imagen que no solo María y José expresan gozo.
Hasta el perro también parece contento y me hace acordar a la "esperanza" de toda la creación de la que habla san Pablo en la carta a los Romanos, de gozar ella también de la "gloriosa libertad" de los hijos de Dios.
Pero la alegría que más me cautiva es la del propio Niño Jesús, que es gozo de Hombre y de Dios.
Esos ojos de Niño parecen decir: "Mis delicias están con los hijos de los hombres" (Proverbios 8, 31). Alegría de encarnación, del Dios-con-nosotros.
Esos ojos parecen orar: "Yo te alabo, Padre... pues así fue de tu agrado" (Mateo 11, 25). Gozo en la voluntad del Padre.
Esta misma alegría es la que Jesús quiere que sea plena en nosotros.... ¡Gaudete!
"Cuando una mujer va a dar a luz, está triste, porque le llega su hora. Pero, cuando ha dado a luz a la criatura, no se acuerda de la angustia, por la alegría que siente de haber traído un hombre al mundo. Así ustedes ahora están tristes; pero los volveré a visitar y se llenarán de alegría, y nadie les quitará su alegría".
Juan 16, 21-22
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