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#202 Noche silenciosa




Este pesebre lo compré en octubre de 2016 en la tienda Christmas and City de Little Italy, en Nueva York.
De la marca estadounidense Roman y fabricado en China en 2013, es una pequeña pieza de resina, de colgar, que tiene grabada una imagen, de líneas muy simples, del Niño Jesús en el portal de Belén, rodeado de animales.
En el fondo pueden leerse algunas palabras grabadas a mano alzada, en inglés antiguo:
"Silent night, holy night,
all is calm, all is bright

round yon Virgin Mother and Child.
Holy Infant, so tender and mild...
Jesus, Lord, at thy birth".
Se trata de la primera estrofa de "Noche de paz", considerado el villancico más famoso del mundo y cuya génesis y difusión merecen ser contadas.
Lo que más me ha sorprendido es que la letra de esta canción cumple justo en 2016 dos siglos desde su creación y que Nueva York, ciudad donde encontré este pesebre, si bien no ha sido la cuna de este villancico, sí fue un punto importante para la difusión universal de este tema.
El título del villancico es "Stille Nacht", en su alemán original, y su letra fue escrita en 1816 por Joseph Mohr, un joven sacerdote católico de la parroquia Sana María, en Lungau, cerca de Salzburgo (Austria).
Mohr se mudó en 1817 a la iglesia de San Nicolás, en Oberndorf, una pequeña localidad sobre el río Salzach, también cerca de Salzburgo.
Al parecer, acercándose los días de la Navidad de 1818 el órgano de la iglesia estaba dañado. Preocupado por cómo animar la liturgia, Mohr tomó su poema de catorce estrofas escrito en alemán dos años antes y le pidió a Franz Xaver Gruber, organista y maestro de escuela de la vecina localidad de Arnsdorf, que le compusiera una melodía para dos voces solistas, coro y guitarra.
Ambos entonaron por primera vez la canción en la misa de Nochebuena de 1818. El villancico arrancó los aplausos de los habitantes de Oberndorf, en su mayoría marineros del río Salzach y obreros de los armaderos de barcos.
Transcripciones y partituras del tema empezaron a circular por la región y rápidamente la canción se difundió por toda Europa gracias a las actuaciones de cantores tiroleses, que la incluyeron en sus repertorios.
Fueron éstos quienes también llevaron la canción al otro lado del Atlántico. En 1839, los trovadores tiroleses Rainrer iniciaron una gira por los Estados Unidos que duraría hasta 1843.
"Noche de paz" fue entonada por primera vez en el "nuevo mundo" el día de Navidad de 1839, cuando los Rainer la interpretaron frente a la estatua de Alexander Hamilton que se encuentra en el pequeño cementerio de la iglesia de la Trinidad, en la neoyorquina Wall Street.
En 1859, el sacerdote episcopaliano John Freeman Young, de la misma iglesia de la Trinidad, de Nueva York, publicó la primera traducción al inglés de la canción, tomando solo tres estrofas del tema original, y que es la versión actual más popular del villancico.
Muchos afirman que esta canción, que ha sido traducida a unos 300 idiomas y dialectos de todo el mundo, logró tener una difusión tan inmediata y universal por contener un mensaje de paz lanzado en un contexto de penurias fruto de las guerras.
De hecho, el villancico se escribió tras el fin de las guerras napoleónicas.
En particular, la región de Salzburgo y de la ribera Salzach quedaron a merced de ocupaciones militares y de las nuevas divisiones geográficas de la postguerra, lo que trajo nefastas consecuencias para los pobladores que vivían de la actividad naviera.
"Stille Nacht" expresaba, por tanto, una necesidad profunda de la época y el contexto social en los que fue alumbrada: la paz.
Ese mismo deseo llevó a los soldados alemanes y británicos que peleaban en el frente occidental durante la primera Guerra Mundial a cantar "Noche de paz" en la famosa tregua de la Navidad de 1914. La canción fue elegida por ser el único villancico que las tropas de los dos bandos conocían y fue entonada en los dos idiomas, alemán e inglés.
En 2011, la Unesco reconoció a esta canción como patrimonio cultural intangible de la Humanidad, un merecido homenaje para una creación que canta los sentimientos inefables del ser humano ante el nacimiento de su Redentor.




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