A este Niño lo conocí en octubre de 2016, cuando visité la catedral católica de San Patricio, en Nueva York.
La imagen del Niño Jesús es más bien pequeña y está un poco escondida, justo atrás del altar mayor, sobre las escaleras de acceso a la cripta.
Con la mano derecha hace un gesto de bendición y en la palma de la izquierda sostiene una pequeña esfera dorada, que representa al mundo.
En la base de la imagen se puede leer esta frase en inglés: "Holy Child of Earth and Heaven, we beseech thee hear us" ("Bendito Niño de la Tierra y el Cielo, te rogamos que nos oigas").
Buscando alguna información sobre esta imagen -que quizá pasa un poco desapercibida por el sitio donde está colocada y ante lo impactante que resultan muchos otros rincones de la catedral-, encontré un relato de Bruce Larson (1925-2008), un pastor protestante que en uno de sus libros hace un curioso contrapunto entre el pequeño Niño de San Patricio y otra imagen que se puede ver a pocos metros de la catedral, la enorme escultura en bronce de Atlas, emplazada en el frente de uno de los edificios del complejo del Rockefeller Center, justo enfrente de San Patricio.
Según la mitología griega, Atlas fue un titán condenado por Zeus a soportar sobre sus hombros los pilares que mantenían a la Tierra separada de los cielos.
La escultura mide como unos cuatro metros y medio de altura, a los que se le suman otros tres con el pedestal. Es imposible no verla sobre la elegante Quinta Avenida neoyorquina pero, además, su imagen es una de las postales de la ciudad, tanto que a muchos que no han viajado hasta allí les resultara familiar.
Al tal Atlas parece que el mundo que carga sobre sus hombros le pesa un montón. Me hace acordar a esos levantadores de pesas que pareciera que se les va a reventar un músculo o explotar una vena de tanto esfuerzo...
Pero volvamos a Bruce Larson. Él cuenta que durante muchos años trabajó en Nueva York como consejero espiritual de muchas personas que se debatían en el dilema de si entregar o no su vida a Jesucristo. A muchas de estas personas las invitaba a dar un paseo juntos hasta el Rockefeller Center. Cuando llegaban allí, les hacia contemplar la escultura de Atlas, toda la tensión de sus músculos. Un ser poderoso que apenas puede mantenerse en pie por la pesada carga sobre sus hombros. Y les decía: "Ese es un modo de vivir, tratando de llevar el mundo sobre tus hombros... Pero ahora te invito a cruzar la calle".
Entonces cruzaban la Quinta Avenida y entraban en San Patricio y el pastor llevaba a su compañero de paseo hasta detrás del altar mayor, para ver al Niño de mi foto. Allí se encontraban con un pequeño que, con rostro sereno y sin aparente esfuerzo ni tensión, sostiene al mundo, que cabe en la palma de su mano...
Entonces Larson decía: "Hay dos opciones: podemos llevar el mundo sobre nuestros hombros, o podemos decir 'te lo doy a ti, Señor, aquí está mi vida, te doy mi mundo, te doy a mi mismo'".
¡Ay, Atlas, titán agobiado... a cuán pocos pasitos te espera el pequeño Niño que te ofrece alivio!
"El mundo entero es delante de ti como un grano de polvo que apenas inclina la balanza, como una gota de rocío matinal que cae sobre la tierra".
Sabiduría 11, 22
"Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré.
Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso.
Pues mi yugo es suave y mi carga liviana".
Mateo 11, 28-30
"Descarguen en Él todas sus inquietudes, ya que Él se ocupa de ustedes".
1 Pedro 5, 7
"Yo quité el peso de tus espaldas y tus manos quedaron libres de la carga".
Salmo 81
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