Este imán con la imagen del Nacimiento me lo regaló mi mama para la Navidad de 2019. En la figura aparece abajo un moño rojo, un elemento decorativo muy típico de la Navidad.
El moño me hizo pensar en los regalos y por qué agregamos lazos o cintas a los paquetes o los envolvemos con un lindo papel. Pienso que no nos da igual que un regalo esté bien envuelto, y mucho más si viene "personalizado", con nuestro nombre, una tarjetita escrita a mano o un moño de nuestro color preferido.
Estos detalles son más que simple decoración: tienen su propio lenguaje y suponen un mensaje que unen al donante y al destinatario del regalo.
No por nada muchas personas guardan no solo el regalo sino también el papel, la tarjeta o el moño como "recuerdo" de algo que es más que la propia materialidad de un presente.
No por nada muchas personas, cuando compran un regalo, piden que se lo envuelvan especialmente para la ocasión... "¿No tiene un moñito para ponerle?".
El amor está en los detalles. Se comunica en las pequeñas cosas. No es lo mismo un regalo con o sin moño. De esto los enamorados saben mucho...
En la relación con Dios pasa otro tanto. Los santos aman a Dios en los detalles, hasta en las más pequeñas cosas. ¡Sobre todo en las pequeñas cosas! "Naderías", como diría santa Teresita. Porque los santos hablan con Dios un lenguaje de enamorados, que siempre se nutre y se expresa con los detalles, con la atención hasta en las más pequeñas cosas.
Le escribía santa Teresita a su hermana Celina: " Dice santa Teresa que es necesario alimentar el amor. Cuando estamos en tinieblas, en sequedades, la leña no se encuentra a nuestro alcance; pero ¿no tendremos que echar en él al menos unas pajitas? Jesús es lo bastante poderoso para alimentar él solo el fuego; sin embargo, le gusta vernos echar en él algo que lo alimente. Es éste un detalle que le agrada, y entonces arroja él al fuego mucha leña. A él nosotras no le vemos, pero sentimos la fuerza del calor del amor. Yo lo he visto por experiencia: cuando no siento nada, cuando soy incapaz de orar y de practicar la virtud, entonces es el momento de buscar pequeñas ocasiones, naderías que agradan a Jesús más que el dominio del mundo e incluso que el martirio soportado con generosidad. Por ejemplo, una sonrisa, una palabra amable cuando tendría ganas de callarme o de mostrar un semblante enojado, etc., etc. ¿Comprendes, Celina querida? No es para labrar mi corona, para ganar méritos, es por agradar a Jesús... Cuando no tengo ocasiones, quiero al menos decirle muchas veces que le amo".
Ahí están esas "naderías", esos "moñitos" que tanto definen el amor que se regala, que siempre -si auténtico- es don.
Y como Dios nos amó primero, si somos capaces de estos "detalles" al intentar a amarlo, es porque primero Él nos ama con "delicadezas" propias de un enamorado.
Dios nos ama con particularidad, con mimo, con atenciones, hasta en los más mínimos detalles... con "moñitos" y todo! Y descubrir y agradecer estas delicadezas de su Amor nos hace mucho bien...
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