Este pequeño pesebre artesanal me lo regaló mi papá en diciembre de 2019.
Es diminuto y está montado dentro de una cáscara de castaña.
Este fruto es de alto valor nutricional y energético y tiene un sabor dulzón, pero viene recubierto por una cáscara dura y espinosa que se llama erizo y que, si uno lo encuentra por ahí, sin saber qué es, no se le ocurriría agarrarlo porque pincha ni mucho menos intentar abrirlo y aún menos sospechar que guarda dentro algo tan rico, nutritivo y bueno...
Esto me hizo pensar en cuantas veces en la vida se nos presentan situaciones que son como estas cáscaras pinchudas de las castañas y cómo nos cuesta descubrir lo bueno, lo positivo que encierra lo que, a primera vista, solo pinta como algo puramente negativo.
Cuando tuve estas primeras intuiciones contemplando este pesebre no tenía ni idea de que, un par de meses después, al escribir estas líneas, una pandemia nos obligaría a muchos a preguntarnos si una situación tan tremenda como ésta trae aparejado algo positivo.
Yo creo que sí, que en lo personal, lo familiar y lo comunitario, aunque se siente el dolor de las espinas, cuando se rompa la cáscara nos encontraremos con frutos buenos... cada uno puede hacer su lista de los cambios "para bien" que ya se están produciendo o se producirán en la propia vida y en el mundo entero.
Pienso que muchos, en estos tiempos difíciles, descubrirán a Dios o volverán su mirada a Él, y esto es bueno. Que en la cruz del dolor, harán plena comunión con Cristo. Y eso es bueno. Que en el servicio, la caridad, la paciencia, muchos harán visible el rostro misericordioso de Dios. Y eso es bueno. Creo que fortaleceremos nuestra fe. Y eso es bueno. Que aprenderemos a descubrir y gustar la Presencia de Dios junto a nosotros, estemos donde estemos. Y eso es bueno.
Y pienso que nos quedará el sano y santo ejercicio de valorar y agradecer todo lo bueno que se nos da cada día, empezando por el don de la vida. Y eso es bueno.
Que las espinas no nos priven del fruto. ¡Que es bueno!
"Siempre miro el lado bueno de las cosas. Hay quienes se lo toman todo de la manera que más les hace sufrir. A mí me ocurre todo lo contrario. Cuando no tengo más que el sufrimiento puro, cuando el cielo se vuelve tan negro que no veo ni un solo claro entre las nubes, pues bien, hago de ello mi alegría...".
Santa Teresa del Niño Jesús, 27 de mayo 1897
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