Ir al contenido principal

Pesebre invitado #65: Junto al lago


Esta foto la tomé en mayo de 2018 en la ciudad de Bariloche, en la Patagonia argentina. Este pesebre escultórico está emplazado a las puertas de la catedral y desde allí hay una bella vista al inmenso y azul lago Nahuel Huapi.
Ver a Jesús aquí me recordó todos esos pasajes de sus vivencias en el lago de Tiberíades o de Genesaret, llamado también Mar de Galilea.
Jesús eligió vivir junto al lago. Dice el evangelio de san Mateo que, después de sus días en el desierto, volvió a Galilea, pero no se quedó en Nazaret, sino que fue a vivir a Cafarnaúm, "a orillas del lago".
A esas costas llevó su luz, tal como profetizó Isaías.
En esas riberas comenzó a proclamar la llegada del Reino de Dios.
Por esas orillas caminaba. Allí llamó a sus primeros "pescadores de hombres".
Al borde de esas aguas enseñó y curó. Se agotó y descansó.
Un día "Jesús salió de casa y fue a sentarse a orillas del lago" (Mateo 13, 1). ¡Qué escena preciosa! Me pregunto qué pensaría, cuál sería su oración, contemplando esas aguas... No lo sé, pero luego su paso siguiente fue subirse a una barca, no quedarse en la orilla, sino adentrarse en ese lago misterioso y tan inmenso que le dicen "mar"...
Jesús surcó esas aguas varias veces, cruzando de un lado a otro.
No lo amedrentaron los fuertes vientos ni las tormentas.
No era pescador pero conocía perfectamente dónde echar las redes.
No sé si sabía nadar, ¡pero sabía caminar sobre las aguas!
Y allí, en el medio del lago, le manifestó a sus apóstoles su poder.
Esas aguas, profundas, misteriosas, a veces turbulentas, otras un sereno reflejo del cielo, somos nosotros. A esta orilla, la de nuestra humanidad, vino a vivir Jesús. Siendo Dios, se encarnó, eligiendo estar en nuestra ribera y más allá, navegando mar adentro en las profundidades de nuestra condición humana, sin temor a nuestro oleaje traicionero... calmando nuestras tormentas... surcando las aguas de nuestra vida de punta a punta...


Jesús, navegante de mi mar interior,
Ven a atravesar mis aguas.
Ven a mi orilla y llámame por mi nombre.
Siéntate en la arena y deja que bañe tus pies.
En mi tempestad, camina sobre mí y me sosegaré,.
En la oscuridad de la noche, dime "soy yo, no temas" y el espanto se desvanecerá.
Calma el viento, apacigua las olas y yo, ante tu poderosa presencia, te adoraré: "Verdaderamente eres Hijo de Dios".
Rema mar adentro y duérmete allí, en esas mis aguas de las que yo reniego y en las que Tú, en cambio, encuentras hermosura...
Pesca en mis profundidades, allí donde te gusta echar tus redes.
Que mis olas sepan acariciarte y mi espuma besarte.
Y que mi canción incesante y acompasada, la de mis aguas llegando una y otra vez a tu orilla, sea mi mejor oración.



Comentarios

Entradas populares de este blog

#254 Un ajuar para el Niño

Este Niño precioso me lo regaló mi amiga Annie Calzia en julio de 2018. Lo trajo de Santiago de Chile y por eso acudí a Teresa de los Andes (1900-1920), carmelita chilena canonizada en 1993, para escribir estas líneas. En una de sus cartas a su prima Herminia Valdés Ossa, Teresa le da algunos consejos para vivir el tiempo de Adviento, que está a punto de empezar. "Prepárate para Navidad. Piensa todos los días en Jesús que, siendo Dios eterno, nace como un tierno Niño; siendo Todopode­roso, nace pobre, sin tener con qué resguardarse del frío. Necesita de su Madre para vivir, siendo Él la Vida", le escribe a su prima, a quien llamaba cariñosamente "Gordita". Y a continuación le hace una "lista" para que le prepare un "ajuar" al Niño Jesús: "Camisitas para abrigarlo: cinco actos de amor diarios y deseos de recibirlo en la Comunión. 'Jesús mío, ven a mi pobre corazón, que sólo desea latir por Ti'. Mantillas para envolverle sus pi...

#275 El pozo de Belén

Este pesebre me lo regaló en mayo de 2019 mi amiga Daniela Temelini. El nacimiento fue hecho por la hermana de Daniela, carmelita descalza del Monasterio Santa Teresa de Jesús, de Buenos Aires. Cuando lo vi, lo que más me llamó la atención fue un aljibe al costado del pesebre. ¿Qué hace un pozo de agua allí? Lo curioso es que en Belén no hay uno sino tres pozos de agua históricos, cisternas cavadas en la roca, a poca distancia de la iglesia de la Natividad. Son los pozos del rey David, asociados al episodio de los tres valientes soldados que irrumpen en el campamento de los filisteos para buscar agua, narrado en el segundo libro de Samuel y el primero de Crónicas: "Estos tres, los más valientes de los treinta, bajaron juntos donde David, a la caverna de Adulam, en el tiempo de la siega, mientras que una tropa de filisteos acampaba en el valle de Refaím. David estaba en el refugio y había en Belén una guarnición filistea. Se le antojó decir a David: '¡Cómo me gustaría be...

#277 En la barquilla

Este pesebre me lo regaló en octubre de 2019 mi amiga Paula Molinari. Lo trajo de Jujuy, en el noroeste de Argentina, y es una única pieza de cerámica, en estilo andino. Las figuras de José, María y el Niño están dentro de una canoa de totoras -o caballito de totora, como se la denomina popularmente-, una embarcación típica de los pueblos originarios del lago Titicaca, en la frontera entre Bolivia y Perú. ¿Qué hace el Niño Jesús durmiendo en una barca? Santa Teresa de Lisieux utilizaba muchas veces esta imagen para hablar de la silenciosa presencia de Jesús en su alma, a veces tan sigiloso que parece dormir, incluso en medio de la tempestad, como lo hizo en la barca de los apóstoles. En sus diversos escritos, Teresita habla muchas veces de sí misma como una barquilla, una navecilla, un "frágil esquife". Por fe, sabe que Jesús va en su barca, que es el "piloto divino" quien marca el rumbo de su vida y la conduce a la ribera deseada, aunque a veces la travesía no es...