Este pesebre, hecho con tela y madera, lo compré en mayo de 2018 en Puerto Varas, una ciudad del sur de Chile situada a orillas del lago Llanquihue.
La palabra "Llanquihue" proviene del mapudungun y significa "lugar profundo", en alusión a la gran profundidad de las aguas de este lago, que llega hasta los 317 metros.
Usualmente "ubicamos" a Dios en lo alto, el cielo, las cumbres... pero en la Biblia también hay alusiones a la presencia de Dios en las profundidades, los abismos, las simas del mundo... "Si escalo el cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro" (Salmo 139). "Porque el Señor es un Dios grande,soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra" (salmo 95). "Bendito seas Tú, que sondeas los abismos" (Daniel 3, 55).
Dios habita también en nuestras profundidades, en lo más hondo de nuestra interioridad, en lo más íntimo de nuestro corazón, en la morada más secreta de nuestro castillo interior: el centro mismo del alma.
"Tú eras interior a mi más honda interioridad", le dice a Dios san Agustín de Hipona en sus "Confesiones". Dios estaba dentro de él, pero Agustín lo ignoraba y lo buscaba fuera, en las criaturas.
"Tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te andaba buscando; y deforme como era, me lanzaba sobre las bellezas de tus criaturas. Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo. Me retenían alejado de ti aquellas realidades que, si no estuviesen en ti, no serían. Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y ahuyentaste mi ceguera; exhalaste tu fragancia y respiré, y ya suspiro por ti; gusté de ti, y siento hambre y sed; me tocaste, y me abrasé en tu paz".
El encuentro verdadero con Dios, el que convierte y transforma la vida, sucede en nuestro "lugar profundo".
Es, como lo llama san Juan de la Cruz es su poema "Llama de amor viva", el "centro del alma" o "el más profundo centro".
"El centro del alma Dios es, al cual habiendo ella llegado según toda la capacidad de su ser y según la fuerza de su operación, habrá llegado al último y profundo centro del alma, que será cuando con todas sus fuerzas ame y entienda y goce a Dios", afirma el doctor místico.
¿Y que sucede en ese "lugar profundo"? La unión del alma con Dios, la llama del amor de Dios que tiernamente "hiere" al alma... o, como bellamente lo sintetiza Juan de la Cruz, una "fiesta del Espíritu Santo"...
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