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Pesebre invitado #54: Un lugar para Jesús



Éste es el pesebre de mi parroquia, San Carlos y Basílica de María Auxiliadora, de Buenos Aires, para la Navidad de 2017.
Es bellísimo y está dividido en dos secciones.
Una representa aquel Belén donde no había lugar para María, José y el Niño.
La pequeña Belén se ve hermosa, con las figuras de sus casas recortadas en el horizonte y el brillo de las luces.. Sin embargo, le falta algo, le falta vida... 
"Y no había lugar para Él... y vos, le darás un lugar en esta Navidad?", señala un cartel.
La pregunta es directa, personal... Ahí, a unos pasos nada más, está Jesús en el sagrario, esperando una respuesta: "¿Me darás un lugar?".
No hay modo de quedar indiferente: quien desde el Belén sin sitio para Jesús se sienta llamado por el Jesús del sagrario descubrirá en el recorrido de su mirada el pesebre donde Dios se encuentra con nuestra humanidad.
Jesús, recién nacido, sobre pajas, como en un nido... rodeado de María y José, de una docena de pastores de rodillas ante el Misterio. Anónimos bienaventurados que de su pobreza hicieron pesebre capaz de acoger a su Salvador...
Aquí no se ven siluetas de perfectas construcciones como en las elevaciones de Belén... más bien todo luce irregular, lleno de recovecos, rincones ásperos y oscuros, imperfectos... pero aquí sí hay vida, la Vida... Dios nace aquí, no desprecia nuestro corazón quebrantado, nuestra vida imperfecta... no le tiene miedo a nuestras oscuridades... ¡Él es la Luz! Y si le damos posada permanente, no deja rincón de nuestra vida sin iluminar...
Dar un lugar a Jesús. El mejor lugar: el centro de nuestra vida. Y, como nos invitó nuestro párroco, el padre Vicente, hacer silencio, exterior e interior, para contemplar, dejarnos llenar por Jesús, dejarnos iluminar, dejarnos sanar, dejarnos amar por Él... y dejarnos impulsar por ese Amor que nos mueve a ir al encuentro de los demás.
¡Feliz Navidad!


"Conmovidos por la alegría del don, 
pequeño Niño de Belén, 
te pedimos que tu llanto despierte nuestra indiferencia, 
abra nuestros ojos ante el que sufre. 
Que tu ternura despierte nuestra sensibilidad 
y nos mueva a sabernos invitados a reconocerte 
en todos aquellos que llegan a nuestras ciudades, 
a nuestras historias, a nuestras vidas. 
Que tu ternura revolucionaria 
nos convenza a sentirnos invitados, 
a hacernos cargo de la esperanza 
y de la ternura de nuestros pueblos".
Papa Francisco
(oración en la homilía de la misa de Nochebuena,
24 de diciembre de 2017)





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