Desde hace tiempo he querido tener un rosario con la imagen del nacimiento, pero es difícil de conseguir.
Sabiendo este deseo mío, mi buena amiga Annie Calzia, que es la mujer con mayor amor a la Virgen que yo conozco, me hizo uno "a la medida" con sus propias manos y me lo regaló en noviembre de 2017.
Está hecho con cuentas de madera y un medallón con la imagen del nacimiento.
Este rosario es para rezarlo junto a la Virgen en el pesebre...
No me cuesta imaginar a María, en Belén, lanzando un "Gloria" desde lo más profundo de su alma.
Faltaba mucho aún para que escuchara el Padrenuestro en boca de su Hijo Maestro. Y, sin embargo, pienso a María, contemplando en silencio a su pequeño Niño mientras repasa en su corazón, una y otra vez, eso que tantas veces le habrá pedido a Dios: "que venga a nosotros tu Reino".
No me cuesta imaginar a María en el pesebre, rumiando, lento, muy lento, pero constante, aquellas palabras del Ángel que había guardado en su corazón: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo".
La puedo imaginar, con dulce y silenciosa sonrisa, recordando su desconcierto inicial, sus preguntas, su "sí" y todo lo que vino después hasta llegar aquí. "El Señor está contigo". ..
La puedo imaginar, con el alma desbordada, con una dicha que solo se puede expresar con lágrimas, repitiéndose a si misma aquello que su prima Isabel le había declarado unos meses antes: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!"...
La puedo imaginar con el Niño en brazos... para calmar su llanto, le toma las manitos, le acaricia dedito por dedito... y diez veces y otras tantas susurra lo más dulce que lengua humana pueda decir en esta tierra: "Jesús".
Y así, María arrulla y contempla este misterio que es su Hijo, misterio que irá desentrañando durante toda su vida con gozo, con dolor, con gloria, con luz...
Todo un rosario en la noche de Belén.
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