Este pesebre me lo regalaron en agosto de 2015 mamá y papá, que lo compraron en una casa de antigüedades de Mercedes, Argentina.
Es una única pieza de yeso, pintada y patinada en marrón.
José, en actitud de recogimiento, está de pie, apoyado en su bastón. Y la Virgen, que también está en oración, está a su lado, sentada, con el Niño Jesús, que parece dormido, sobre su falda.
Por entre los pliegues del largo vestido de María asoma su pie derecho.
¿Y cómo son los pies de María?
Pies inmaculados, que abren paso a la Vida.
Pies descalzos, para adentrarse en el suelo sagrado de la montaña de Dios.
Pies de humilde doncella, que enamoraron al Creador.
Pies desnudos de toda vanidad.Pies libres de cadenas, para dar un generoso sí.
Pies ligeros, como de cierva, para escalar a las alturas de Dios.
Pies prontos, para acudir sin tardanza a las serranías de Judea.
Pies pacientes, para esperar la Vida que viene en camino, sobre su misma senda.
Pies fatigados en el camino a Belén, donde, entre dolores de parto, Ella da a luz al Camino, la Verdad y la Vida.
Pies que al mecerse acunan al Niño.Pies sigilosos, para no despertarlo.
Pies que El mira para aprender a caminar.
Pies de pasos cortos, al ritmo de las primeras pisadas de su Pequeño.
Pies de largos trancos, en huida a Egipto.
Pies que peregrinan, junto a su pueblo.
Pies que angustiosos buscan a su Niño Dios.
Pies de servidora en Nazaret.
Pies que danzan en Caná.
Pies de pasos seguros, que no vacilan en el sendero trazado por Dios.
Pies que dejan su huella tras las pisadas de su propio Hijo.
Pies confiados en el cayado de Dios, cuando toca andar por quebradas oscuras.
Pies firmes junto a la Cruz de Cristo.
Pies clavados con los del Crucificado.
Pies quietos, en la oración.
Pies poderosos, que aplastan la cabeza de la serpiente.
Pies de carne y hueso, como los nuestros, como los del Verbo Encarnado.Pies hermosos, como es bella toda Ella...
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