Esta foto la tomé en septiembre de 2019 en la parroquia Santa María, en Almagro, Buenos Aires.
Corresponde a un mural inaugurado en junio de 2019 en una de las paredes de la sala del cinerario parroquial. Es un sitio muy especial. Las personas acuden allí a rezar por sus seres queridos fallecidos. Y a no pocos les llama la atención que, en un espacio donde se piensa a menudo en la idea del fin de esta vida, haya un elemento que nos haga reparar en el inicio de la vida, como lo es una escena de nacimiento, y en la Vida verdadera, que es y que nos da Jesús.
Unas palabras, escritas por el padre Alberto Sorace, párroco de Santa María, justifican la elección de esta imagen: "Muchos se preguntarán por qué un pesebre en el cinerario, y el motivo es simple. Considero que el cinerario es un espacio de vida. Jesús nació y se hizo hombre para que podamos alcanzar la resurrección; sin la navidad, nada sería posible. Todo comenzó en Belén y continúa con la cruz y resurrección".
También nuestra vida es un camino hacia la Vida plena, un camino abierto por Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, que nació, murió y resucitó para nuestra salvación, un camino que ademas no transitamos solos sino con Él.
Este mural, realizado por las artistas María del Carmen Dany y Analía Hernáez, se inspira en la obra "Escena nocturna de la Natividad y la anunciación a los pastores detrás", de Murillo.
En ambas obras impacta el contraste entre la oscuridad del fondo y la claridad de la escena del nacimiento. Es noche cerrada, pero allí, en medio de la oscuridad, nace la Luz del mundo. Cristo vence la muerte, la oscuridad, ilumina el misterio de toda vida humana. Su luz nos hace ver la luz. Su nacimiento, muerte y resurrección es nuestra esperanza.
"Hermanos, deseo que estén bien enterados acerca de los que ya descansan. No deben afligirse como hacen los demás que no tienen esperanza.
¿No creemos que Jesús murió y que resucitó? De la misma manera, pues, Dios hará que Jesús se lleve con él a los que ahora descansan.
Les damos esto como palabra del Señor: nosotros, los que ahora vivimos, si todavía estamos con vida cuando venga el Señor, no tendremos ventaja sobre los que ya han muerto.
Cuando se dé la señal por la voz del arcángel y la trompeta divina, el mismo Señor bajará del cielo. Y primero resucitarán los que murieron en Cristo Después nosotros, los vivos, los que todavía estemos, nos reuniremos con ellos, llevados en las nubes al encuentro del Señor, allá arriba.
Y estaremos con el Señor para siempre.
Guarden, pues, estas palabras, y confórtense unos a otros".
Primera carta de san Pablo a los Tesalonicenses 4, 13-18
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