Me lo regaló en febrero de 2017 mi sobrino Juan Cruz y lo hizo él mismo, con papel, en el colegio.
Antes de llegar a mis manos, una de las piezas de este pesebre, la de san José, se dio unos buenos paseos...
Primero la mamá de un compañero de Juachi descubrió que en el pesebre de su hijo había dos san José: el José hecho por Jua, no se sabe cómo, fue a parar a la casa de su compañero...
De allí volvió a la escuela para reencontrarse con el resto de los integrantes del pesebre para luego ir a la casa de mi sobrino. Pero grande fue la sorpresa cuando, al armar el pesebre en la casa, faltaba otra vez san José.
Después de una intensa búsqueda -¿habrán dado intervención a san Antonio de Padua?-, san José apareció finalmente en el baúl del auto de los padres de Jua.
¿Por qué se desaparecía san José? ¿Qué se iba a hacer sin decir una palabra? Esbozamos varias teorías, pero ninguna nos terminaba de convencer...
Se me ocurrió entonces que para encontrar a san José hay que buscar sus rastros en el Evangelio...
A san José se lo encuentra en la vida ordinaria de Nazaret, en el trabajo cotidiano, en el calor del hogar...
En la escucha de la Palabra, en la oración, en el discernimiento, en los "sueños" de Dios... Allí está José, también en la honestidad, en su ser "hombre justo", en su amor a María...
José está en la obediencia a Dios, en la docilidad a los planes del Padre, planes que muchas veces no se entienden o causan perplejidad...
San José está en la acogida a Jesús, en la protección de la Vida...
Está en lo cotidiano de Nazaret, pero también en la excepcional, milagrosa y fecunda precariedad de Belén... en los éxodos que se presentan en la vida... en la piedad que conduce a Jerusalén... y en todos los caminos que conectan estos puntos.
A san José se lo encuentra en los ojos de la Virgen y en los de Jesús... ellos contemplaron muy de cerca la santidad oculta y silenciosa de este hombre de Dios.
"¿Dónde estabas, san José?", le pregunto mirando este pesebre. Me responde con una sonrisa silenciosa...
Entonces mito al pequeño Jesús, que también una vez se "perdió" y fue encontrado. "¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?".
Me gusta pensar que en esta respuesta de Jesús hay un poquito de José... que muchas veces Jesús lo habrá buscado y siempre lo encontraba ocupándose de las cosas del Padre, sea lo que fuere que estuviese haciendo. ¡A José se lo encuentra en los asuntos de Dios!
Si observaron con detenimiento, habrán notado que en el pesebre que me regaló mi sobrino hay una figura que falta. El que se perdió ahora es un rey mago, pero esa... ¡esa es otra historia!
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