Este Niño me lo regaló una amiga en diciembre de 2016.
El regalo venía con una carta en la que Jesús desnuda la soledad que siente cuando se acerca la Navidad y mendiga -de brazos abiertos, como está este Niño- nuestra atención, nuestro amor y el cobijo de nuestro corazón.
Aunque el mensaje está escrito para tiempos de Adviento, creo que es válido para cualquier momento del año y de nuestra vida... pues ese llamado de Jesús a nuestra puerta es permanente.
Sea el momento que fuere, te invito a revisar el buzón de tu corazón... Estoy segura de que allí hay una carta de Jesús para vos... ¡Y sus cartas son siempre de amor!
"Querido amigo:
Hola, te amo mucho. Como sabrás, nos estamos acercando otra vez a la fecha en que festejan mi nacimiento.
El año pasado hicieron una gran fiesta en mi honor y me da la impresión de que este año ocurrirá lo mismo. A fin de cuentas, llevan meses haciendo compras para la ocasión y casi todos los días han salido anuncios y avisos sobre lo poco que falta para que llegue.
La verdad es que se pasan de la raya, pero es agradable saber que, por lo menos, un día del año piensan en mí. Ha transcurrido ya mucho tiempo desde cuando comprendían y agradecían de corazón lo mucho que hice por toda la humanidad.
Pero hoy en día, da la impresión de que la mayoría de la gente apenas sabe por qué motivo se celebra mi cumpleaños.
Por otra parte, me gusta que la gente se reúna y lo pase bien y me alegra sobre todo que los niños se diviertan tanto; pero aún así, creo que la mayor parte no sabe bien de qué se trata.
Como sucedió, por ejemplo, el año pasado: al llegar el día de mi cumpleaños, hicieron una gran fiesta pero, ¿puedes creer que ni siquiera me invitaron? ¡Se olvidaron por completo de mí!
Resulta que habían estado preparándose para las fiestas durante dos meses y cuando llegó el gran día me dejaron al margen. Ya me ha pasado tantísimas veces que no me sorprendió.
Aunque no me invitaron, se me ocurrió colarme sin hacer ruido. Entré y me quedé en mi rincón. ¿Te imaginas que nadie advirtió siquiera mi presencia? Ni se dieron cuenta de que yo estaba allí.
Estaban todos bebiendo, riendo y pasándolo bien, cuando de pronto se presentó un hombre gordo, vestido de rojo y barba blanca postiza, gritando "¡jo, jo, jo!".
Parecía que había bebido más de la cuenta, pero se las arregló para avanzar entre los presentes, mientras todos le felicitaban.
Cuando se sentó en un gran sillón, todos los niños, emocionadísimos, se le acercaron corriendo y diciendo “¡Papa Noel!”... como si él hubiese sido el homenajeado y toda la fiesta fuera en su honor.
Aguanté aquella "fiesta" hasta donde pude, pero al final tuve que irme. Caminando por la calle me sentí solitario y triste. Lo que más me asombra de cómo celebra la mayoría de la gente el día de mi cumpleaños es que en vez de hacerme regalos, se obsequian cosas unos a otros y, para colmo, casi siempre son objetos que ni siquiera les hacen falta.
Te voy a hacer una pregunta: ¿a ti no te parecería extraño que al llegar tu cumpleaños todos tus amigos decidieron celebrarlo haciéndose regalos unos a otros y no te dieran nada a ti? ¡Pues es lo que me pasa a mí cada año!
Una vez alguien me dijo: "Es que tú no eres como los demás, a ti no se te ve nunca... ¿cómo es que te vamos a hacer regalos?".
Yo siempre he dicho: "regala comida y ropa a los pobres, ayuda a quienes lo necesiten, ve a visitar a los huérfanos, a los enfermos y a los que estén en prisión. Todo lo que regales a tus semejantes para aliviar su necesidad, lo contaré como si me lo hubieras dado a mí personalmente" (cfr Mateo 25, 34-40).
Lamentablemente, cada año que pasa es peor. Llega mi cumpleaños y sólo piensan en las compras, en las fiestas y en las vacaciones y yo no pinto para nada en todo esto. Y pensar que yo nací en un pesebre, rodeado de animales porque no había más.
Me agradaría muchísimo más nacer todos los días en el corazón de mis amigos y que me permitieran morar ahí para ayudarles cada día en todas sus dificultades, para que puedan palpar el gran amor que siento por todos; porque hace más de 2.000 años entregué mi vida para salvarte de la muerte y mostrarte el gran amor que te tengo.
Por eso lo que pido es que me dejes entrar en tu corazón. Llevo años tratando de entrar, pero hasta hoy no me has dejado. "Mira yo estoy llamando a la puerta, si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos". Confía en mí, abandónate en mí. Este será el mejor regalo que me puedas dar".
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