Este Niño me lo regalaron mamá y papá en abril de 2016. Lo compraron en una tienda de Mercedes (Argentina), pero -y quién sabe cómo llegó hasta aquí- es originario de Puerto Rico. Lo sé porque venía con una tarjeta adosada, indicando que es creación de la artesana Mercedes Buenaga, de Río Piedras.
Es una única pieza de barro, con el pequeño Niño envuelto, que descansa sobre una enorme hoja de vid.
Esta imagen me hizo recordar algo que el pueblo de Israel pedía a Dios: "Ven a visitar tu viña" (salmo 79). Y Dios no ignoró estas oraciones. Realmente vino a visitar su viña, encarnándose.
No solo vino a nuestra viña, a nuestra humanidad, sino que se hizo Él mismo vid. "Yo soy la vid verdadera". Y nos asumió como sarmientos... para dar frutos en Él.
El punto de partida para esta "visita" de Dios a nuestra viña no es otro que su Amor misericordioso. Él nos plantó, nos dio una tierra donde crecer... y cuando fuimos invadidos -o nos hemos dejado invadir- por la maleza, no desoyó la súplica: "Ven a visitar tu viña".
En ese Amor misericordioso debemos confiar cada vez que sintamos que nuestra viña es asaltada, pisoteada, saqueada... Es el Amor de quien se hizo vid por nosotros.
"Tú sacaste de Egipto una vid,
expulsaste a los paganos y la plantaste;
le preparaste el terreno, echó raíces
y llenó toda la región.
Las montañas se cubrieron con su sombra,
y los cedros más altos con sus ramas;
extendió sus sarmientos hasta el mar
y sus retoños hasta el Gran Río.
¿Por qué has derribado sus cercos
para que puedan saquearla
todos los que pasan?
Los jabalíes del bosque la devastan
y se la comen los animales del campo.
Vuélvete, Señor de los ejércitos,
observa desde el cielo y mira:
ven a visitar tu viña,
la cepa que plantó tu mano,
el retoño que tú hiciste vigoroso.
¡Que perezcan ante el furor de tu mirada
los que le prendieron fuego y la talaron!
Que tu mano sostenga al que está a tu derecha,
al hombre que tú fortaleciste,
y nunca nos apartaremos de ti:
devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre.
¡Restáuranos, Señor de los ejércitos,
que brille tu rostro y seremos salvados!"
Salmo 79
"Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo".
Lucas 1, 68
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