Este señalador imantado me lo regaló en diciembre de 2015 mamá, quien lo compró en una librería de Buenos Aires.
En la imagen se puede ver a los magos -sabios- de Oriente, arrodillados, ofreciendo sus dones y adorando al rey que buscaban...
Bien podrían ser ellos los que dicen la frase impresa abajo de la imagen: "Niño Jesús, Tú eres el rey de la paz". Pero, ¿qué es lo que les permite reconocer como rey a este niño, débil, pobre, nacido en un contexto despojado de todo signo de realeza?
Para tomar la foto del señalador, elegí la página del Evangelio según san Juan en la que Jesús es llevado en su Pasión al pretorio para ser interrogado por Pilato sobre su condición de rey:
"Entró de nuevo Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó:
—¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús respondió:
—¿Eso lo preguntas por tu cuenta o porque te lo han dicho otros de mí?
Pilato respondió:
—¡Ni que yo fuera judío! Tu nación y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?
Contestó Jesús:
—Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis soldados habrían peleado para que no me entregaran a los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Le dijo Pilato:
—Entonces, ¿tú eres rey?
Jesús contestó:
—Tú lo dices. Yo soy rey: para eso he nacido, para eso he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Quien está de parte de la verdad, escucha mi voz.
Le dice Pilato: —¿Qué es la verdad?" (Juan 18, 33-38).
¿Qué es lo que le impide a Pilato reconocer a Jesús como rey? Dice Jesús: "Quien está de parte de la verdad, escucha mi voz". Solo el que es de la Verdad, el que es de Dios, puede reconocer al Hijo, aceptarlo como Rey, seguir su voz... Pero Pilato no sabe qué es la verdad... no puede reconocer a Jesús como Rey. Y sus sentidos le dicen que un hombre preso, humillado, abandonado, traicionado, indefenso, pobre... no puede ser un rey... un rey como lo entiende el mundo.
Cristo Rey: el nacido entre pajas, el de la vida escondida del trabajo y la oración, el que toca a los enfermos, el que come con pecadores, el que no tiene donde recostar su cabeza, el cordero manso, el coronado de espinas, el de la Cruz... el que prefiere trato de amigo, el que se nos ofrece como pan. ¡Rey!
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