Ir al contenido principal

#181 Fanal





Este pesebre lo compré en octubre de 2015 en una tienda de productos decorativos de madera para pintar, en Buenos Aires.
Es un fanal de madera y la figura del nacimiento está calada por los cuatro lados. Con una vela encendida dentro, la luz se proyecta a través del pesebre.
Es una pieza sencillísima, pero el efecto que produce me parece una de las mejores metáforas para resumir el misterio de la Encarnación.
Dios es Luz. "Señor Dios mío ¡qué grande eres! Te revistes de belleza y esplendor. Te vistes de luz como de un manto", canta poéticamente el salmo 104.
Impacta las muchas veces que en el Antiguo Testamento se habla de la luz divina, del resplandor de Dios que atrae y orienta. Y, al mismo tiempo, impone un reverente temor, el de morir por ver la luz de Dios. Hay escenas de Moisés y Elías cubriéndose el rostro ante la presencia de Dios...
Impacta más que Dios, siendo esta Luz de gloria a la que nadie se atrevía a mirar de frente, haya querido venir a nosotros, no para darnos muerte por tan solo verla, sino a darnos Vida verdadera.
Dice Juan en el inicio de su Evangelio que, en Jesús, la "luz verdadera que ilumina a todo hombre" vino al mundo, un mundo en tinieblas.
Pero no todos recibieron esta luz.
Sin embargo, a quienes acogieron esta luz y creyeron en ella "los hizo capaces de ser hijos de Dios" y ser ellos mismos "luz del mundo".
No se trata de un simple juego de palabras.
Ya no tenemos que taparnos el rostro ante Dios. Podemos mirar de frente a Jesús: Él nos descubre la Luz del Padre.
Con toda verdad, podemos decirle al Niño del pesebre: "tu luz nos hace ver la luz" (salmo 35).
Dios quiso ser Dios-con-nosotros, quiso que lo experimentáramos hombre como nosotros, hermano, cercano, con una luz que no mata sino que da vida.
Es como si desde el pesebre nos gritara: ¡Eh, mírenme, déjense iluminar por mi que no les voy a hacer daño... soy un Niño!
Toda una invitación a no taparnos el rostro, a no escondernos de su luz... A acercarnos a Él con confianza, para que ilumine cada rincón de nuestra vida, cada gesto, cada anhelo, cada decisión...
¿Puede algo tan sencillo como un pesebre dejarnos ver la Luz de Dios?
Puede. Ve y verás...
¡Qué su luz nos haga ver la luz!



Comentarios

Entradas populares de este blog

#254 Un ajuar para el Niño

Este Niño precioso me lo regaló mi amiga Annie Calzia en julio de 2018. Lo trajo de Santiago de Chile y por eso acudí a Teresa de los Andes (1900-1920), carmelita chilena canonizada en 1993, para escribir estas líneas. En una de sus cartas a su prima Herminia Valdés Ossa, Teresa le da algunos consejos para vivir el tiempo de Adviento, que está a punto de empezar. "Prepárate para Navidad. Piensa todos los días en Jesús que, siendo Dios eterno, nace como un tierno Niño; siendo Todopode­roso, nace pobre, sin tener con qué resguardarse del frío. Necesita de su Madre para vivir, siendo Él la Vida", le escribe a su prima, a quien llamaba cariñosamente "Gordita". Y a continuación le hace una "lista" para que le prepare un "ajuar" al Niño Jesús: "Camisitas para abrigarlo: cinco actos de amor diarios y deseos de recibirlo en la Comunión. 'Jesús mío, ven a mi pobre corazón, que sólo desea latir por Ti'. Mantillas para envolverle sus pi...

#275 El pozo de Belén

Este pesebre me lo regaló en mayo de 2019 mi amiga Daniela Temelini. El nacimiento fue hecho por la hermana de Daniela, carmelita descalza del Monasterio Santa Teresa de Jesús, de Buenos Aires. Cuando lo vi, lo que más me llamó la atención fue un aljibe al costado del pesebre. ¿Qué hace un pozo de agua allí? Lo curioso es que en Belén no hay uno sino tres pozos de agua históricos, cisternas cavadas en la roca, a poca distancia de la iglesia de la Natividad. Son los pozos del rey David, asociados al episodio de los tres valientes soldados que irrumpen en el campamento de los filisteos para buscar agua, narrado en el segundo libro de Samuel y el primero de Crónicas: "Estos tres, los más valientes de los treinta, bajaron juntos donde David, a la caverna de Adulam, en el tiempo de la siega, mientras que una tropa de filisteos acampaba en el valle de Refaím. David estaba en el refugio y había en Belén una guarnición filistea. Se le antojó decir a David: '¡Cómo me gustaría be...

#277 En la barquilla

Este pesebre me lo regaló en octubre de 2019 mi amiga Paula Molinari. Lo trajo de Jujuy, en el noroeste de Argentina, y es una única pieza de cerámica, en estilo andino. Las figuras de José, María y el Niño están dentro de una canoa de totoras -o caballito de totora, como se la denomina popularmente-, una embarcación típica de los pueblos originarios del lago Titicaca, en la frontera entre Bolivia y Perú. ¿Qué hace el Niño Jesús durmiendo en una barca? Santa Teresa de Lisieux utilizaba muchas veces esta imagen para hablar de la silenciosa presencia de Jesús en su alma, a veces tan sigiloso que parece dormir, incluso en medio de la tempestad, como lo hizo en la barca de los apóstoles. En sus diversos escritos, Teresita habla muchas veces de sí misma como una barquilla, una navecilla, un "frágil esquife". Por fe, sabe que Jesús va en su barca, que es el "piloto divino" quien marca el rumbo de su vida y la conduce a la ribera deseada, aunque a veces la travesía no es...