Este pesebre me lo regaló en mayo de 2015 Aldana Vales, quien lo trajo de Perú. Es para colgar, de cerámica, con las figuras de la Sagrada Familia en estilo andino, insertos en una hoja.
Es una hoja verde, sana, vigorosa, carnosa. Y dentro tiene vida: el propio Jesús.
Algunos árboles pierden sus hojas, que caen resecas y se las lleva el viento cuando dejan de recibir savia. Otros no pierden nunca sus hojas, ni siquiera ante la crudeza del invierno o los fuertes vientos. Tienen dentro una fuerza vital superior.
Así también nosotros, unidos a Dios, recibimos su savia, que es la Vida misma de Cristo.
"Se llenan de savia los árboles del Señor", dice el salmo 104.
Como en este pesebre, pidamos al Padre que corra por nuestras nervaduras la savia del Hijo, que su gracia nos reverdezca... ¡y que su Espíritu nos haga mecer en el árbol de la Vida para alabarle y glorificarle!
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