Este pesebre "pintado" lo vi un día de mayo de 2015 sobre una de las paredes de la parroquia Nuestra Señora de los Dolores, de Buenos Aires.
Forma parte de una serie de imágenes con escenas de la vida de Jesús.
Está como se ve: adaptándose a los elementos del muro, expuesto a los graffiti, resistiendo el smog... Pero aun así conserva los colores vivos y su tono alegre, en rebeldía ante el citadino gris de la calle.
Aunque algunos menosprecien el valor evangelizador del arte callejero, esta pintada no deja de ser "buena noticia", mensaje que se ofrece al vecino o al transeúnte ocasional, invitación que pretende, desde los ojos, llegar al corazón...
Me recuerda el deseo del Papa Francisco de una Iglesia "en salida", que se anima a salir del templo a la calle, que va a buscar a los que están afuera para invitarlos a ser familia sin esperar a que vengan solos. Una Iglesia que no teme quedar expuesta o ensuciarse en la calle... tal como este pesebre "pintado".
"Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. (...) Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida. Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: «¡Dadles vosotros de comer!» (Mc 6,37)".
Papa Francisco, "Evangelii Gaudium".
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