Este pesebre lo compré en noviembre de 2014 en el centro histórico de Lima, Perú. Es una sola pieza, de cerámica, donde las figuras de la Sagrada Familia están dispuestas dentro de un chullo, gorro de lana típico de los Andes peruanos, hecho en colores llamativos y usualmente con orejeras para protegerse del frío. En muchos pesebres peruanos, el Niño Dios aparece ataviado con un chullo. Un cuento de la escritora peruana Alfonsina Barrionuevo, titulado " El hermanito de Dios ", relata de modo encantador cómo Rosendo, un muchacho de la Puna peruana, se topa en plena noche con el travieso Niño Jesús, que se ha escapado del pesebre de una iglesia y ahora tirita de frío, desnudo, entre las ortigas. "Se inclinó y tocó con miedo la espiga rubia de su pelo. El vaho que se desprendía de su cuerpo se convertía en cristales", cuenta el cuento. El Niño se puso a llorar y el muchacho se inclinó aún más para calmarle... –¡Ay wayqey! ¡Ay sunqucha, ama waqaychu! (¡Ay hermanito!
«Vayamos hasta Belén y veamos lo que ha sucedido» (Lc 2, 15).