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Ocho años... testigos de Luz

Hace ocho años que escribo sobre pesebres y creo que es un buen momento para hacer memoria agradecida, primero, al Señor, por la gracia de dejarme asomar y adentrarme en su misterio tantas veces  y, segundo, a tantas personas que en estos años me han regalado o compartido pesebres, obsequiándome  esas "excusas perfectas" para hablar del amor de Dios...
Hoy, en particular, quiero agradecer a esas personas maravillosas que conocí escribiendo este blog, personas que también aman los pesebres pero, mas aún, al Niño que se nos ofrece allí, personas que me han compartido generosamente su modo de vivir y acercar este misterio a los demás...
Pienso en Héctor Coquibus, el entrañable dueño y conductor del "taxi-pesebre", en las queridas Teresa y Susana Gargiullo, las dueñas de la "casa del pesebre" de San Telmo y que me regalaron una de las mejores vísperas del día de Reyes de mi vida...
Pienso en Adela Oviedo Gutiérrez Báez y su vidriera repleta de pesebres que no vende por nada en el mundo pero que comparte con todos, en Eugenia, a quien conocí mientras paseaba literalmente al Niño Jesús por Lima en abril de 2018...
Pienso en la querida Caty Obeid, que es artista digital y también enseña a hacer pesebres con porcelana fría, en el incansable padre Juan Carlos Bouzou y su Niño de una sola piernita...
Pienso en éstas y en muchas otras personas que el Señor ha puesto en mi camino en estos ocho años y que son portadores de esa Luz que se hizo carne y habitó entre nosotros, luz que no se puede esconder... estos testigos son mi mejor fuente cuando tengo que escribir la única buena noticia que realmente vale la pena dar!

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