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#238 Mirada de niño


Este pesebre me lo regaló en diciembre de  2017 mi amiga Annie Calzia. Fue realizado en porcelana fría por niñas del club de chicas del Centro Cultural Sureda, de Buenos Aires.
Está hecho así: por manos de niños, desde los ojos del corazón de niños. La mirada de una niña al Niño... y no es lo mismo mirar a Jesús como niños, que es la mirada que Él nos pide sea cual fuere nuestra edad, que como adultos.
Los niños miran con inocencia, sin prejuicios, con sana curiosidad, con confianza, con pureza de intención... y unos ojos así pueden sin obstáculos mirar de frente a los de Jesús, ojos transparentes de quien ha querido ser uno de ellos, un Niño.
Mirar a Jesús como niños es también encontrarse con una mirada de amor, una mirada que nos valora, que nos coloca en el centro, que nos abraza, que nos bendice, que nos defiende... tal como hacía Jesús con los niños.
"Algunas personas le presentaban los niños para que los tocara, pero los discípulos les reprendían. Jesús, al ver esto, se indignó y les dijo: «Dejen que los niños vengan a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. En verdad les digo: quien no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.» Jesús tomaba a los niños en brazos e, imponiéndoles las manos, los bendecía" (Marcos 10, 13-16).
¡Qué Dios nos conceda la gracia de la infancia espiritual!


«¡Gran Dios! No permitas que ciertos espíritus, de los que unos se clasifican entre los sabios y otros entre los espirituales, puedan jamás ser acusados ante tu inapelable tribunal de haber contribuido en algún modo a cerrarte la puerta de no sé cuántos corazones por el solo hecho de que Vos querías entrar en ellos de una manera cuya sola sencillez les extrañaba y por una puerta que, aunque está abierta de par en par por los santos desde los primeros siglos de la Iglesia, ellos, tal vez, no conocían aún suficientemente. Antes bien, haz que, volviéndonos todos tan pequeños como niños, a la manera que Jesucristo lo ordenó, podamos entrar una vez por esta puertecita, a fin de poder después enseñársela a los demás más segura y más eficazmente».
«Si pudiera recomenzar a vivir, quisiera ser únicamente un niño que da siempre la mano al Niño Jesús».

Jacques Bénigne Bossuet​ (1627-1704), citado en "Consejos y recuerdos" por Celina Martin -Genoveva de la Santa Faz-, hermana de santa Teresa del Niño Jesús
 


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