Es una pieza con la imagen del nacimiento, en colores navideños, rodeada de una corona de paja, para colgar en una puerta.
Es una corona muy sencilla, apenas con un moño, algo de verde y unos hilos de brillo sutil... Una corona muy simple que rodea a Jesús, a María...
Me parece una linda imagen de lo que representa rezar una coronilla, una oración basada en las cuentas del santo Rosario, que es en sí mismo una corona de "rosas" para la Virgen.
Hay muchas variantes de coronas o coronillas y las más antiguas se remontan al siglo XIII, poco tiempo después de que se iniciara la devoción al santo Rosario.
Quizás la coronilla más conocida en nuestros días sea la de la Divina Misericordia, que el propio Señor le enseñó en septiembre de 1935 a santa Faustina Kowaslka, a quien cuatro años antes se le había aparecido por primera vez Jesús Misericordioso. El rezo de esta coronilla está ligado a una promesa de salvación de las almas.
Hay una oración en el Diario de santa Faustina me ha cautivado últimamente:
"Oh, Jesús mío, por la confianza en Ti, trenzo miles de coronas y sé que todas florecerán. Y sé que florecerán cuando las Ilumine el Sol Divino".
Podría imaginarse que este "trenzar coronas" hace referencia a la coronilla que Jesús Misericordioso le había enseñado. Peto no es así, ya que Faustina escribió esta oración, incluida entre las primeras páginas de su Diario, en julio de 1934.
En ese tiempo, Faustina vive en el convento de Vilna. Hace poco se ha ofrecido por los pecadores y especialmente por aquellas almas que han perdido su confianza en la Misericordia de Dios. Ofrece por ellos todo lo que puede: comuniones, penitencias, sacrificios y también oraciones. Es, creo yo, su modo de "trenzar coronas", miles de ellas...
Nadie puede hacer cosa semejante sin que lo mueva el amor a Dios y a las amas... almas de las que el Señor tiene sed.
Y nadie puede hacer cosa semejante sin esa confianza de la que habla Faustina en su oración, una confianza que implica una certeza, la de saber que todo ello dará su fruto en las manos de Dios: "sé que todas florecerán".
¿Con qué están trenzadas esas coronas para que de ellas nazcan flores?
Uno puede ver en esas fibras sencillas, sin brillo, incluso secas, como las de mi pesebre, todas esas oraciones que se elevan día a día, que a veces parecen repetitivas, que a veces se hacen con esfuerzo, aridez, pero con gran confianza en que Dios las recoge para derramar Misericordia. Los frutos quizás no se ven, pero la corona, que parece ser apenas un poco de paja trenzada, un día florecerá.
Pero también podemos ver en estos hilos de la corona las almas mismas por las que se ofrecen oraciones y sacrificios. Son como cuentas de un Rosario que, una a una, son puestas por quien intercede por ellas ante el Corazón Misericordioso de Jesús, para que los dos rayos que salen de Él las iluminen, les den calor y las transformen. Entonces florecen porque les da de lleno el Sol Divino. Y esa es la certeza que Faustina expresa en su oración.
Una curiosidad: al tiempo que Faustina trenzaba estas coronas espirituales esperando su floración, en el convento desarrollaba en esa época el oficio de jardinera.
En verdad, no tenía la menor idea de jardinería. Pero se hizo aconsejar por quienes sí sabían. "El Señor me bendecirá aunque no sepa nada", decía Faustina.
Cuentan que, pese a su salud debilitada, se entregó a este oficio temporal "con todo su corazón".
Las condiciones no eran buenas: no contaba con mucha ayuda, los inviernos eran crudos y una temporada llovió a mares y los yuyos terminaron ahogando los brotes del jardín.
Sin embargo, los testimonios coinciden en que Faustina siempre trabajó con dedicación, paciencia y alegría...
Su empeño, más allá del oficio encomendado por la obediencia, era "poder ofrecer flores al Señor Jesús". Le gustaba llenar de flores la capilla, sobre todo en invierno, cuando la nieve lo cubría todo y quedaban pocos rastros de verdor. Ella misma instaló un invernadero y su "orgullo" eran los jacintos, rosas y tulipanes que lograban florecer gracias a la perseverante labor de sus manos. "Toso esto es para el Señor Jesús", explicaba al mostrar sus flores.Pues así, tal cual y en simultáneo, Faustna cultivaba otras "flores" para trenzar miles de coronas para su Sol Divino.
Oh, Jesús mío, por la confianza en Ti,
trenzo miles de coronas
y sé que todas florecerán.
Y sé que florecerán cuando
las Ilumine el Sol Divino".
Sor María Faustina
del Santísimo Sacramento
Vilna, 28 de julio de1934.
(Diario, 4).
trenzo miles de coronas
y sé que todas florecerán.
Y sé que florecerán cuando
las Ilumine el Sol Divino".
Sor María Faustina
del Santísimo Sacramento
Vilna, 28 de julio de1934.
(Diario, 4).
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