Este pesebre lo compré en mayo de 2016 en la ciudad argentina de San Rafael (Mendoza), pero procede de Perú.
Es una única pieza, en miniatura, con la figura del Belén delicadamente tallada en piedra de Huamanga.
Huamanga es una provincia de la región de Ayacucho, en Perú.
La piedra típica de este sitio es un tipo de alabastro traslúcido o blanco con vetas tenues, muy maleable pero también frágil. Al parecer, la actividad de la talla de la piedra de Huamanga no se inició sino hasta la llegada de los españoles a esas tierras, entre finales del siglo XVI y comienzos del XVII.
Precisamente, en la época virreinal utilizaban esta piedra para hacer tallas del Niño Jesús por lo que este material recibió la denominación, en lengua quechua, de "niño rumi" ("niño de piedra").
En el Evangelio de Mateo, Jesús utiliza la figura de la piedra para referirse a si mismo: una piedra desechada.
"La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular" (Mateo 21, 42).
Es una cita, en boca de Jesús, del salmo 118: "La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular" (Salmo 118, 22).
Los constructores, en teoría expertos, debían buscar un roca fuerte, firme, para cimiento de su edificio. Seguramente estudiarían y evaluarían varias piedras. Y, confiados en su juicio, su percepción, su supuesta sabiduría, harían su elección. Elección que implicaría descartar aquella piedra que les parecía o muy pequeña o muy débil. Sí, seguramente, siguiendo sois propios criterios, descartarían una piedra como la piedra de Huamanga, el "niño rumi".
Pero el Padre -quien, como dice san Pablo, elige "lo que el mundo tiene por débil para confundir a los fuertes" (1 Corintios 1, 27)- colocó a su Hijo, el descartado, como piedra angular de su plan de salvación.
San Pedro, al que el propio Jesús eligió como piedra de cimiento, llama a Jesús "la piedra viva, rechazada por los hombres, pero elegida y preciosa a los ojos de Dios". Y nos recuerda que quien deposita su confianza en esta "piedra angular", no será confundido (1 Pedro 2,4-6).
También nosotros somos piedras, pequeñas, débiles, y, con la tracia de Dios, maleables en las manos del Padre para que Él pueda esculpir su obra.
Somos pierdas que quizás unos descarten o rechacen o tengan por poco valiosas o defectuosas. Pero elegidas por Dios para la construcción de su templo vivo... Somos integrados a su construcción apoyados en la piedra angular, que es Cristo. Y somos ensamblados en un edificio junto a otros, que también comparten nuestra condición de frágil piedrita... tenida por menos por los "fuertes"... pero "preciosa" a los ojos de Dios.
"Son ciudadanos del pueblo de Dios y miembros de la familia de Dios. Están edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por Él,todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por Él, también ustedes se van integrando en la construcción, para ser morada de Dios por el Espíritu".
Efesios 2
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