Este pesebre en miniatura me lo regaló mi amiga Daniela Vulcano en enero de 2014.
Aunque lo compró en la ciudad argentina de Villa Gesell, es de inconfundible estilo peruano.
Entre sus detalles, además del colorido, destacan las flores que hacen de marco, elemento tradicional de las artesanías de la región peruana de Ayacucho.
Hay un par de versículos en el libro del profeta Isaías que, como señal a los que esperan la venida del Salvador, anuncia que la tierra reseca se llenará de flores: "Que se alegren el desierto y la tierra seca, que con flores se alegre la pradera. Que se llene de flores como junquillos, que salte y cante de contenta, pues le han regalado el esplendor del Líbano y el brillo del Carmelo y del Sarón. Ellos a su vez verán el esplendor de Yavé, todo el brillo de nuestro Dios" (Isaías 35, 1-2).
La profecía de Isaías tiene en el nacimiento de Jesús su cumplimiento.
Donde había carencia de Agua Viva, sed infinita de Dios, brota la vida. Todo se llena de flores, flores que convocan con su perfume. El desierto se llana de colores.
Es la alegría por la llegada del Niño, que hace cantar a ángeles y humildes pastores.
Aunque lo compró en la ciudad argentina de Villa Gesell, es de inconfundible estilo peruano.
Entre sus detalles, además del colorido, destacan las flores que hacen de marco, elemento tradicional de las artesanías de la región peruana de Ayacucho.
Hay un par de versículos en el libro del profeta Isaías que, como señal a los que esperan la venida del Salvador, anuncia que la tierra reseca se llenará de flores: "Que se alegren el desierto y la tierra seca, que con flores se alegre la pradera. Que se llene de flores como junquillos, que salte y cante de contenta, pues le han regalado el esplendor del Líbano y el brillo del Carmelo y del Sarón. Ellos a su vez verán el esplendor de Yavé, todo el brillo de nuestro Dios" (Isaías 35, 1-2).
La profecía de Isaías tiene en el nacimiento de Jesús su cumplimiento.
Donde había carencia de Agua Viva, sed infinita de Dios, brota la vida. Todo se llena de flores, flores que convocan con su perfume. El desierto se llana de colores.
Es la alegría por la llegada del Niño, que hace cantar a ángeles y humildes pastores.
Las praderas pedregosas donde a duras penas pastaban sus rebaños se visten ahora de "esplendor" en el silencio de la Nochebuena... Y así, a estos pequeños, se les revela "todo el brillo de nuestro Dios"...
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