Quién sabe, tal vez, si hubieran existido las cámaras de fotos, María hubiese tenido en su casa un portarretratos con la imagen de Jesús recién nacido... Este pesebre es un poco eso. Lo compré en Selçuk, otrora Efeso, Turquía, en mayo de 2013, en una tienda a la salida de la casa de la Virgen. Está hecho en porcelana, de una sola pieza, con las figuras de la Sagrada Familia, en colores suaves. El conjunto inspira mucha delicdeza. Las miradas son tiernas. José extiende su mano derecha hacia la cabeza de Jesús y con la izquierda abraza a María, que tiene al niño, envuelto, en sus brazos. Este pesebre me quedará como recuerdo de un sitio realmente especial. La casa de la Virgen, o en turco Meryen Ana Evi ( www.meryemana.info ), está ubicada en un sitio que emana profunda paz. Está arriba, en la montaña, a pocos kilómetros de las ruinas de la antigua Efeso, donde alguna vez predicó el gran Pablo. El entorno natural es boscoso, lo que de algún modo da esa sensación de la apacibilidad que
«Vayamos hasta Belén y veamos lo que ha sucedido» (Lc 2, 15).