Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de marzo, 2020

#281 Castaña

Este pequeño pesebre artesanal me lo regaló mi papá en diciembre de 2019. Es diminuto y está montado dentro de una cáscara de castaña. Este fruto es de alto valor nutricional y energético y tiene un sabor dulzón, pero viene recubierto por una cáscara dura y espinosa que se llama erizo y que, si uno lo encuentra por ahí, sin saber qué es, no se le ocurriría agarrarlo porque pincha ni mucho menos intentar abrirlo y aún menos sospechar que guarda dentro algo tan rico, nutritivo y bueno... Esto me hizo pensar en cuantas veces en la vida se nos presentan situaciones que son como estas cáscaras pinchudas de las castañas y cómo nos cuesta descubrir lo bueno, lo positivo que encierra lo que, a primera vista, solo pinta como algo puramente negativo. Cuando tuve estas primeras intuiciones contemplando este pesebre no tenía ni idea de que, un par de meses después, al escribir estas líneas, una pandemia nos obligaría a muchos a preguntarnos si una situación tan tremenda como ésta trae apare

Niño invitado #74: Vivir con Jesús

Desde que vi por primera vez este cuadro, en febrero de 2018, siempre me ha despertado una profunda intriga. Está en el vestíbulo del bautisterio de mi parroquia, la Basílica de María Auxiliadora, en Buenos Aires. El cuadro presenta una escena hogareña del Niño Jesús, María y José. Lo he contemplado, sin exagerar, decenas de veces y siempre mi atención se ha posado sobre el rostro de José. Hay algo en su expresión que me resulta indescifrable o, por lo menos, inefable. José y el Niño Jesús se miran el uno al otro, a los ojos, sin tensiones al sostener la mirada. La expresión de Jesús me resulta clara: ternura, inocencia, confianza de hijo... Pero la expresión de José se torna diferente cada vez que contemplo el cuadro. Hay veces que veo en sus ojos puro amor paternal, un papá adoptivo que como todo padre mira a su hijo como lo más bello de su vida y piensa que su niño es el mejor de todos. Otros días encuentro una expresión más risueña en José. Me parece que corresponde con la mira

#280 Ojos al cielo

Este pesebre me lo regalaron mis padres en noviembre de 2019. José y María, con el Niño en brazos, elevan su mirada al cielo. Dirigir los ojos a lo alto es un gesto exterior que hace visible una actitud del corazón orante: la de quien busca entrar en relación con Dios. Hay que elevar la mirada, despegar los ojos del propio ombligo y de las realidades que van apenas un poco más allá de nuestras narices. Reconocer la Presencia de Dios, que todo lo trasciende y todo lo puede. Mirar a lo alto y encontrarnos con los ojos del Padre, que ya estaban buscando los nuestros.  Así actúan los niños pequeños cuando miran a sus padres... a veces llorando, otras sonriéndoles, o balbuceando un "pa" o un "ma", o extendiéndoles los bracitos para que los carguen... pero siempre con la certeza de ser mirados con amor, con atención. En los evangelios algunas veces se precisa que Jesús, quien nos enseña a orar al Padre nuestro que está en el cielo, hace este gesto de elevar la mir