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Mostrando entradas de junio, 2019

#272 El Niño que hace florecer el desierto

Este pesebre me lo regaló mi amiga Marina Guillén en marzo de 2019. Es un pequeño retablo ayacuchano y lo trajo de San Pedro de Atacama, en el norte de Chile, puerta de entrada al gran desierto de Atacama, el más árido del mundo, según dicen, y uno de los mejores lugares del planeta para observar el cielo. Es un sitio inhóspito, como gran parte de los cerca de 50 millones de kilómetros cuadrados de áreas desérticas que cubre un tercio de la superficie terrestre. Árido, desolado, escaso en agua y alimentos, el desierto representa un desafío para el ser humano: le enfrenta a su vulnerabilidad, sus límites, su soledad, sus necesidades más esenciales y profundas. La palabra "desierto" viene del latín "desertus" y significa "abandonado". Es, sin duda, un ámbito temido porque, a priori, parece que no hay nada bueno en el desierto y que incluso representa una amenaza para la supervivencia humana. Sin embargo, el desierto ocupa un lugar de privilegio en la gran

#271 Monserrate

Este pesebre me lo regaló en marzo de 2019 mi amigo Sebastián Meresman. Las figuras son miniaturas hechas en bronce, presentadas dentro de una caja con forma de corazón, y vienen literalmente de las alturas: el santuario del Señor Caído que se encuentra en la cima del cerro Monserrate, de 3.152 metros de altura y a cuya sombra se encuentra la ciudad de Bogotá, capital de Colombia. Este sitio, además de ser punto de peregrinación y un área de bellezas naturales, está lleno de leyendas e historias curiosas, como la del canadiense Harry Warner, el equilibrista que atravesó 890 metros sobre una cuerda floja tendida entre el vecino cerro de Guadalupe y el Monserrate, con el río San Francisco por debajo. Aquella hazaña la concretó el 20 de diciembre de 1895. Warner era una mezcla de showman con deportista extremo del siglo XIX, famoso por dar este tipo de espectáculos en diferentes países. Con los ojos vendados y una larga vara en sus manos, Warner caminó sobre la cuerda. En un punto

#270 ¡Protégenos!

Este rosario me lo regaló en marzo de 2019 mi amiga Annie Calzia. En la cruz tiene de un lado la imagen de un pesebre y en la otra cara dice "protégenos". La palabra"proteger" viene del latín "protegere" (amparar, defender), formada con el prefijo "pro" (hacia delante, en favor de) y el verbo "tegere" (cubrir). No es extraño que acudamos a la Virgen María en busca de protección. Es propio de una madre amparar, defender, cubrir a sus hijos. ¡Y María es nuestra Madre! Aunque nuestra relación con María va mucho más allá de pedirle amparo, me parece casi instintivo que como hijos busquemos cobijarnos bajo su manto, que le pidamos auxilio y recemos invocando su nombre. Recientemente el Papa Francisco invitaba a concluir el rezo del rosario con la antigua oración "Sub Tuum Praesidium": "Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de

#269 Alabastro

Esta imagen de la Sagrada Familia me la regaló en enero de 2019 mi amiga Annie Calzia. El material con que está hecha imita al alabastro, un tipo de piedra de yeso que, por su blandura, puede ser tallado con formas muy elaboradas.  En la antigüedad el alabastro era muy utilizado para elaborar frascos de perfume, como el que se menciona en los pasajes referidos a la unción de Jesús narrados en los cuatro evangelios. El frasco de alabastro con perfume era algo materialmente muy caro. Para abrirlo -no tenía tapa ni tapón- había que romperlo. Una vez quebrado, no había vuelta atrás. El contenido se derramaba. El perfume se esparcía. Todo y para siempre. Es una imagen preciosa de la entrega total del propio ser. El frasco de alabastro es el ser humano, lo más valioso de toda la creación. El perfume es su vida misma. En el relato de la unción de Jesús durante una comida en la casa de Simón el leproso en Betania, narrado por Mateo y Marcos, una mujer se acerca con un frasco de alabast