Este pesebre me lo regalaron en octubre de 2017 Teresa y Susana Gargiulo, dueñas de " la casa del pesebre ". Es de arcilla, de siete piezas, en estilo andino, y las figuras tienen rostros muy expresivos, pero lo más llamativo para mi es la completa desnudez del Niño Jesús y los pies descalzos de quienes le adoran. Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre, nace desnudo. Y también muere, en la Cruz, desnudo. Una desnudez de hondo significado, que nos remite a aquella "inocencia original", antes de la caída. La desnudez revela la verdad del ser y, en la plena amistad con Dios, no cabía la vergüenza de ser vistos por el Padre tal cual éramos, porque nuestra desnudez hablaba de la hermosura de nuestra gracia original. La desnudez del Niño nos recuerda la belleza y pureza de esa inocencia original que perdimos por el pecado. Pero también nos habla de cómo el Hijo, que gozaba de gloria junto al Padre antes que el mundo existiera, quiso venir a habitar entre nosotros
«Vayamos hasta Belén y veamos lo que ha sucedido» (Lc 2, 15).