"He venido a traer fuego a la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!" (Lucas 12, 49). Esta foto la tomé el 30 de agosto de 2018 en la Basílica Santa Rosa de Lima, de Buenos Aires. En esta hermosa iglesia tienen un pesebre expuesto todo el año. Todo el conjunto tiene una gran calidez... A los pies del Niño Jesús hay algo que ante algunos ojos puede resultar accesorio, casi como un adorno o un elemento de "relleno" del pesebre: un atadito de ramas y leña... Pero a mi me llamó la atención. Está allí listo para ser encendido, como esperando a Quien dice "he venido a traer fuego a la tierra". La imagen del fuego y el leño ha sido utilizada por muchos místicos para intentar describir cómo el amor de Dios, como un fuego, embiste, enciende, purifica y transforma al "leño" que somos, hasta ser una sola llama con Él. Observa el Maestro Eckhart, un teólogo dominico alemán de finales del siglo XIII, que cuando el fuego quiere atraer a sí
«Vayamos hasta Belén y veamos lo que ha sucedido» (Lc 2, 15).