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Mostrando entradas de octubre, 2018

Seis años, seis deseos

Como en los cumpleaños se piden tres deseos y hoy este blog celebra su sexto aniversario, me tomo la licencia de pedir, no tres, sino seis deseos... con un agradecimiento infinito al Niño Dios y a todos los que apoyan este proyecto. Deseo que quien lea este blog, o al menos vea alguna de las imágenes, se sienta tocado en lo más profundo de su ser por la ternura de Dios. Deseo que todos descubran la grandeza escondida en el pesebre y en el misterio de la Encarnación. Deseo que cada ser humano experimente la gracia del encuentro personal con Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre. Deseo que en cada hogar haya un pesebre... y que cada hogar se vuelva pesebre. Deseo que no me digan más "no es época" cuando busco un pesebre en julio y que, en cambio, nadie se sorprenda, porque "Navidad es todos los días". Deseo conocer Belén, algún día... y descubrir dónde Dios se hace Vida, cada día. "Estoy segura de que escucharás mis deseos.  Lo sé, ¡

#253 Siyahamba

Este pesebre me lo regaló mi amiga Nerea González. Me lo envió desde Sudáfrica en julio de 2018. Es una cubierta para vela, en cartulina, con la silueta calada de la escena del pesebre, pero en la sabana africana, con sus árboles típicos, cabras, una jirafa y hasta tres suricatas. El efecto de la luz brillando en la oscuridad a través de esta imagen es precioso. Nacido a mediados del siglo XX como una canción de protesta y de reclamo de libertad, " Siyahamba " es uno de los himnos cristianos más populares de Sudáfrica y, precisamente, habla de la luz. Con una estructura muy sencilla y un ritmo pegadizo, la canción repite varias veces "Siyahamba ekukanyen kwen kos", que, en lengua zulú, significa "caminamos a la luz de Dios". Es una letra muy simple pero rica en mensaje: en primera persona del plural, la que canta es una comunidad. Y es una comunidad que camina, que marcha, que se mueve, que no se queda paralizada. Y eso lo hace bajo la luz, la guía de

#252 Humildad

Este pesebre me lo regaló Dora, mamá de mi amiga Marina Guilén, quien me lo trajo desde Ibi (España) en mayo de 2018. Es de madera, traído desde Belén, Tierra Santa. Desde que llegó a mis manos, supe que se lo quería dedicar a alguien que hubiera vivido en la ciudad natal de Jesús. Y finalmente elegí a Mariam Baouardy, santa María de Jesús Crucificado (1846-1878), fundadora del Carmelo de Belén, donde vivió los últimos tres años de su vida, y cuya historia es fascinante. Mariam, la "pequeña árabe" como la llaman muchos, nació en una pequeña aldea de Galilea. Quedó huérfana siendo una niña y su vida estuvo marcada por el sufrimiento, siempre vivido a la luz de la fe. Padeció el martirio siendo casi una adolescente y salvó su vida gracias a los maternales cuidados de la Virgen. Oriente Medio, Francia, la India... escenarios de una vida de tan solo casi 33 años atravesada por gracias extraordinarias y signada por la unión con Cristo crucificado. No son, sin embargo, los

#251 En una cáscara de nuez

Este pesebre me lo regaló Dora, mamá de mi amiga Marina Guilén, quien me lo trajo desde Ibi (España) en mayo de 2018. Es de resina y representa a Jesús naciendo dentro de una cáscara de nuez. En lo pequeño se encierra, nace, el misterio del Dios infinito. Pero es una verdad que solo quienes son pequeños -humildes- pueden descubrir y acoger. "Encerrado en una cáscara de nuez me tendría por rey del espacio infinito, si no fuera porque tengo malos sueños", dice el joven príncipe Hamlet en la célebre obra de William Shakespeare. "Sueños que son ambición, pues la esencia del ambicioso es la sombra de un sueño", añade el cortesano Guildenstern.  Algo sombrío había dañado la inocencia del joven Hamlet. Ya no podía concebir que un rey del espacio infinito pudiera vivir en una simple y diminuta cáscara de nuez... ya no era capaz de ver lo grande dentro lo pequeño. El venerable arzobispo Fulton Sheen (1895-1979), al preguntarse cómo puede el alma hallar a Dios, afirma