Este pesebre me lo regaló mi amiga Annie en junio de 2015. Lo compró en la santería de la iglesia de San Benito, de Buenos Aires, pero allí le dijeron que era de la provincia argentina de Jujuy. Está hecho en cerámica y pintado a mano, con detalles en dorado. La vestimenta parece ser la típica del norte argentino, con sombrero y poncho. Lo que más me llama la atención de esta imagen es su unidad: son tres figuras, pero es una única pieza. La ligazón es tan fuerte y profunda que no hay separación entre María, José y el Niño. Y en esa unidad circula amor, fluye de uno a otro y, desde esas miradas orantes, se nos ofrece y también se comunica al Dios trino. Es la otra Trinidad, la Trinidad en la tierra, como alguien ha llamado alguna vez a la familia de Nazaret. Me recuerda al famoso cuadro de Murillo, " Las dos Trinidades ", donde maravillosamente se unen en Jesús la comunidad de amor divino del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo con la comunidad de amor de familia de María,
«Vayamos hasta Belén y veamos lo que ha sucedido» (Lc 2, 15).