Hoy cumplimos cuatro años con esta sencilla iniciativa que, desde este blog y sus perfiles en las redes sociales, quiere ser una invitación para todos a asomarse y adentrarse en el misterio de Dios desde la ternura del Niño Jesús, su abajamiento, su don contínuo... Contemplar el pesebre mueve el corazón a dejarse amar por Dios y a ofrecer ese amor que recibimos gratuitamente. El solo dejarse invadir por la dulzura del Niño -aunque no pensemos nada, aunque no digamos nada, aunque simplemente nos quedemos mirando el nacimiento- es ya una oración bellísima. Y esto es lo que proponemos desde este espacio, abierto siempre al compartir fraterno... ¡porque a Belén no vamos solos! Gracias a todos los que siguen este blog, los que dejan sus comentarios o envian sugerencias, los que comparten sus reflexiones, los que acercan sus pesebres, los que nos siguen en las redes sociales, los que oran por esta iniciativa, los que la alientan, los que se prenden en las propuestas para Adviento y Navidad
«Vayamos hasta Belén y veamos lo que ha sucedido» (Lc 2, 15).