Este pesebre lo compré en abril de 2014 en una tienda del Ejército de Salvación, en Buenos Aires.Es un bajorrelieve de cerámica, patinado en un tono ocre, para colgar, con la figura del Niño Jesús durmiendo en el pesebre, mientras un ángel le contempla en adoración. El ángel tiene sus manos abiertas, a la altura de los hombros, con las palmas de cara al Niño Dios. Es un gesto que los sacerdotes hacen en la liturgia. A mí también me recuerda al quinto modo de orar de santo Domingo Guzmán . En este modo, el santo predicador abría sus manos frente al pecho, como si fueran un libro. Dice en los "Nueve modos de orar", que el padre de los dominicos oraba así meditando la Palabra, como quien saborea la dulzura en su boca. Pareciera que en este gesto, donde uno se observa las palmas, hay también encerrada una lectura de sí mismo, de la propia vida simbolizada en las manos, a la luz de la Palabra. Una vida que se deja iluminar y, al mismo tiempo, se ofrece en unas manos abiertas.
«Vayamos hasta Belén y veamos lo que ha sucedido» (Lc 2, 15).