De chica no tuve pesebre propio. Armaba el que había en la casa de mi abuela, en Anchorena, y apenas recuerdo que cada año las figuras -seguramente de yeso- eran menos porque se iban rompiendo... Creo recordar también que una vez tuve uno de papel, que venía para armar y colorear en un Billiken, pero no han quedado rastros de él -sólo en mi memoria-. Sí recuerdo que en casa siempre hubo arbolito, pero para mi la falta de un pesebre propio se ve hizo mella... Mi primer pesebre "posta" me lo regaló mamá a mediados de los 90. Lo compró en un "todo por dos pesos" chino, a la vuelta de casa. Tiene diez piezas, más bien pequeñas, y aunque las figuras son clásicas, destaca el colorido. La llegada de este pesebre coincidió con el despertar de una especie de manía personal por festejar la Navidad en casa y que se note la alegría de esta celebración con una ambientación "ad hoc". Así llegaron un árbol más grande, adornos, velas, tarjetitas artesanales, coronas,
«Vayamos hasta Belén y veamos lo que ha sucedido» (Lc 2, 15).