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#292 Niño guadalupano

Este Niño precioso me lo regaló en noviembre de 2023 mi amiga Annie Calzia, que lo hizo especialmente para mi. La cabecita es de yeso y la manta que lo envuelve es de tela con cola y tiza, todo pintado a mano con pigmentos naturales, leche y talco. "Es el manto de la Virgen de Guadalupe", me dijo Annie cuando me lo regaló. Un manto azul-verde, color que en la cultura azteca es propio de una emperatriz, con 46 estrellas estampadas en la tela. Repasando un poco la historia de las apariciones de la Virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac, en el norte de la ciudad de México, entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531, reparé en el tono maternal con el que María le habló en aquellos días a san Juan Diego Cuauhtlatoatzin. Lo trata con mucha dulzura. Incluso, las expresiones de firmeza, lejos de toda imposición, son para infundir seguridad en Juan Diego. Lo consuela, lo anima, lo ayuda a superar los miedos, lo impulsa por los caminos de la voluntad divina... Meditando en esta acti
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#291 Un Niño en el castillo interior

  Este pesebre me lo regaló en septiembre de 2022 mi compañero de trabajo Rodrigo García Melero y es de su tierra, Calatayud, una ciudad de la provincia de Zaragoza, Aragón, en España. Es un belén de cerámica pintado a mano, con las figuras de María, José y el Niño vestidos con los trajes típicos baturros, propios de los campesinos aragoneses. Como fondo de la escena está el Castillo Mayor de Ayub, fortaleza de Calatayud de finales del siglo XI considerada el castillo árabe más antiguo de la península ibérica. Santa Teresa de Jesús no parece haber andado por tierras bilbilitanas, pero me gusta pensar que alguna vez habrá escuchado o leído sobre esta fortaleza y quizás traerla en el pensamiento a la hora de utilizar la imagen del castillo en su libro de las Moradas. Allí dice santa Teresa de Jesús que el alma es como un castillo interior de diamante o muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos. La puerta para entrar en este castillo de la interioridad del alma es la oración, el t

#290 Un árbol junto a las aguas

Este pesebre, hecho por Dulces Recuerdos, lo compré en Mar del Plata (Argentina) en diciembre de 2021. Junto al pesebre hay un árbol que me recuerda a aquel mencionado por el profeta Jeremías y en el primero de los salmos: "¡Bendito el que confía en Yavé, y que en él pone su esperanza! Se asemeja a un árbol plantado a la orilla del agua, y que alarga sus raíces hacia la corriente: no tiene miedo de que llegue el calor, su follaje se mantendrá verde; en año de sequía no se inquieta, ni deja de producir sus frutos" (Jeremías 17, 7-8). "Dichoso el hombre que no va a reuniones de malvados, ni sigue el camino de los pecadores ni se sienta en la junta de burlones, mas le agrada la Ley del Señor y medita su Ley de noche y día. Es como árbol plantado junto al río que da fruto a su tiempo y tiene su follaje siempre verde. Todo lo que él hace le resulta" (Salmo 1, 1-3). Es como una bienaventuranza de quien busca la voluntad de Dios y confía en Él: ese es quien busca el Ag

#289 Bonsái

Este pesebre lo compré en diciembre de 2021 en Mar del Plara (Argentina) y fue hecho por Mariela Fonseca, de Cositas para vos. Es un pequeño pesebre en una macetita. Un pesebre bonsái. Imagino a Dios Padra jardinero cultivando su semilla en la tierra de nuestra pequeñez. Quien cultiva un bonsai sabe que, con paciencia y arte, aún en poco espacio puede hacer crecer un árbol tan bello como una sequoia colosal. Dios Padre es un jardinero capaz de darnos forma hasta reproducir la imagen de su Hijo. Es una labor de mano artesana: hay que preparar la tierra, removerla, plantar la semilla, regar, abonar, quitar la maleza, procurar la luz y la temperatura adecuadas. Y podar. Podar muchas veces... como a la higuera estéril a la que hay que darle otra oportunidad. Hasta obtener el fruto esperado. Como barro somos en manos del alfarero, también así: como brote verde al cuidado del Jardinero. ¡Que así sea!

#288 Altiplano

Este pesebre me lo regaló mi mamá en diciembre de 2021. Está pintado a mano por la artista y diseñadora Marga Martín, de Mar del Plata (Argentina), quien presenta la escena del nacimiento en un paisaje altiplánico, entre cerros y cactus. Es un entorno desértico, solitario, silencioso... inmenso y lleno de vida, para quien sabe descubrirla y apreciarla. Decía el jesuita español Josep Fernández de Henestrosa -a quien apodaban PPH-, que el altiplano es que, en estos lugares en los que, por silenciosos y solitarios, parece que todos se han olvidado d que existe y es allí en donde uno empieza a comprender "lo que es sentirse acompañado y lo que es acompañar a la gente". Por eso, no cuesta nada imaginar un pesebre en pleno altiplano... casi el lugar perfecto para descubrirse acompañado -amado- por el Dios-con-nosotros. Fernández de Henestrosa, quien vivió en el Altiplano boliviano entre 1972 y 2001, sirviendo entre el pueblo aymara, supo bien lo que era esa sensación de soledad

#287 Partitura de mi risa

Este almanaque 2022 me lo regaló mi mamá. Tiene una imán con la imagen del pesebre que incluye otro imán: la sonrisa y, más que sonrisa, la risa de la Virgen. De modo que cada vez que mire el almanaque este año, sea un buen día o uno complicado, me encontraré con el rostro de María regalándome su alegría. ¿De qué se ríe la Virgen? No abundan las representaciones de María exultante de alegría, pero no debería ser así. Pese a las muchas dificultades y los duros dolores que vivió la Virgen, es la mujer más plenamente alegre, la que conoce y vive el gozo de Dios y la que llevó en sí la fuente misma de la verdadera alegría, que es Jesús. "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo". "Mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador". La alegría verdadera, el buen humor e, incluso, la risa sana son signos de vivir en la presencia de Dios una existencia humana no exenta de dificultades y sufrimientos pero llena de gracias divinas que ayudan a atravesarlos. Jesús, siendo pl

#286 San José, abrazando el sueño de Dios

Esta figura me la regalaron mis padres en diciembre de 2020.  Es obra de Miguel Sáez Vuscovich, artista en cerámica de Mendoza (Argentina), y representa a san José abrazando a María y al pequeño Jesús. San José tiene la cabeza reclinada y los ojos cerrados. Parece estar dormido, seguramente soñando con aquello que abraza: la familia que Dios Padre le confía. El Evangelio narra cómo el Padre, a través de cuatro sueños, hace partícipe a san José de su proyecto de amor, el plan de salvación, el "sueño de Dios" para nosotros. Dios le encomendó a san José el cuidado paternal del Hijo encarnado y de la Virgen María, acogerlos como verdadera familia, proteger sus vidas, sustentarlos con su trabajo, animarles en los tiempos difíciles del exilio, del regreso y del volver a empezar... San José sintonizó su sueño con el sueño de Dios, que no es otra cosa que sintonizar con la voluntad divina. Al despertar, nunca vaciló y, sin demoras, hizo realidad lo soñado... Actuar así le supuso tene