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Mostrando las entradas etiquetadas como Ayacucho

#272 El Niño que hace florecer el desierto

Este pesebre me lo regaló mi amiga Marina Guillén en marzo de 2019. Es un pequeño retablo ayacuchano y lo trajo de San Pedro de Atacama, en el norte de Chile, puerta de entrada al gran desierto de Atacama, el más árido del mundo, según dicen, y uno de los mejores lugares del planeta para observar el cielo. Es un sitio inhóspito, como gran parte de los cerca de 50 millones de kilómetros cuadrados de áreas desérticas que cubre un tercio de la superficie terrestre. Árido, desolado, escaso en agua y alimentos, el desierto representa un desafío para el ser humano: le enfrenta a su vulnerabilidad, sus límites, su soledad, sus necesidades más esenciales y profundas. La palabra "desierto" viene del latín "desertus" y significa "abandonado". Es, sin duda, un ámbito temido porque, a priori, parece que no hay nada bueno en el desierto y que incluso representa una amenaza para la supervivencia humana. Sin embargo, el desierto ocupa un lugar de privilegio en la gran ...

#199 Niño rumi

Este pesebre lo compré en mayo de 2016 en la ciudad argentina de San Rafael (Mendoza), pero procede de Perú. Es una única pieza, en miniatura, con la figura del Belén delicadamente tallada en piedra de Huamanga. Huamanga es una provincia de la región de Ayacucho, en Perú. La piedra típica de este sitio es un tipo de alabastro traslúcido o blanco con vetas tenues, muy maleable pero también frágil. Al parecer, la actividad de la talla de la piedra de Huamanga no se inició sino hasta la llegada de los españoles a esas tierras, entre finales del siglo XVI y comienzos del XVII. Precisamente, en la época virreinal utilizaban esta piedra para hacer tallas del Niño Jesús por lo que este material recibió la denominación, en lengua quechua, de "niño rumi" ("niño de piedra"). En el Evangelio de Mateo, Jesús utiliza la figura de la piedra para referirse a si mismo: una piedra desechada. "La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular"...

#152 Excelencia

Este pesebre me lo regaló papá y fue comprado en el centro histórico de Lima, Perú, en noviembre de 2014. Está compuesto por cuatro piezas, en colores liláceos y blanco, con motivos florales ayacuchanos. El conjunto lo componen las figuras de José, María con el Niño en brazos, y dos alpacas, camélidos típicos de los Andes peruanos. Este bello pesebre es de cerámica de Quinua, un pueblo de Ayacucho (Perú) muy conocido por la elaboración de piezas de alfarería a partir de una mezcla de arcilla roja, puzolana y agua que conforma una pasta que luego se prensa en un molde de yeso vaciado sobre un prototipo confeccionado por manos artesanas. Luego las piezas se llevan al horno y se pintan a mano. Este modelo de pesebre en particular ha recibido el nombre de "Excelencia", palabra que proviene del vocablo latín "excelsus" y que puede dividirse en "ex" (fuera de) y "celsus" (elevado o superior). Por eso podría definirse la "excelencia" com...

#127 Flores

Este pesebre en miniatura me lo regaló mi amiga Daniela Vulcano en enero de 2014. Aunque lo compró en la ciudad argentina de Villa Gesell, es de inconfundible estilo peruano. Entre sus detalles, además del colorido, destacan las flores que hacen de marco, elemento tradicional de las artesanías de la región peruana de Ayacucho. Hay un par de versículos en el libro del profeta Isaías que, como señal a los que esperan la venida del Salvador, anuncia que la tierra reseca se llenará de flores: "Que se alegren el desierto y la tierra seca, que con flores se alegre la pradera. Que se llene de flores como junquillos, que salte y cante de contenta, pues le han regalado el esplendor del Líbano y el brillo del Carmelo y del Sarón. Ellos a su vez verán el esplendor de Yavé, todo el brillo de nuestro Dios" (Isaías 35, 1-2). La profecía de Isaías tiene en el nacimiento de Jesús su cumplimiento. Donde había carencia de Agua Viva, sed infinita de Dios, brota la vida. Todo se llena de flores,...