La 'amorevolezza' es uno de los rasgos del carisma salesiano y pieza clave del Sistema Preventivo de san Juan Bosco.
El término proviene de un dialecto campesino del Piamonte italiano.
Algunos lo traducen como 'amorosidad', 'amabilidad'... La verdad es que no tiene una traducción exacta al español, pero se inscribe en un universo semántico que incluye conceptos como cariño, afecto, amor, caridad, familiaridad, dulzura, ternura, amabilidad, delicadeza, cordialidad, cercanía, confianza, paciencia, respeto, atención, cuidado, alegría...
Aunque claramente es un concepto que, al combinar tantos otros, es denso y rico en significado, no por esto es abstracto. Al contrario, es un amor bien concreto y encarnado, como el de Jesús, cuyo corazón 'manso y humilde', acoge, se acerca, toca las realidades humanas, consuela, sana, comparte, construye amistad y se entrega a si mismo.
Don Bosco se refirió muchas veces a este 'amar tiernamente en Jesuscristo' a los jóvenes, principales destinatarios de su misión educativa y pastoral.
Pero la 'amorevolezza', como rasgo carismático, excede lo pedagógico y es hoy, más que nunca, un 'modo de ser' profético en medio de un mundo donde crecen la agresividad, el trato irrespetuoso, el individualismo, los insultos, la descalificación, el menosprecio a los demás, la intolerancia, los discursos altisonantes...
Para Don Bosco -quien trabajó entre niños y adolescentes descartados por la sociedad-, la 'amorevolezza' se ponía en juego de forma concreta, cercana, estando 'en medio' de los jóvenes, y, para ser efectiva, tenía que ser evidente, notarse, palparse, demostrarse,a tal punto de que los jóvenes se dieran cuenta de que eran verdaderamente amados.
En su famosa carta al oratorio del 10 de mayo de 1884, Don Bosco afirma que "la familiaridad produce afecto, y el afecto produce confianza" y que "esto abre los corazones y los jóvenes manifiestan todo sin temor". Y pide "que los jóvenes no sólo sean amados, sino que ellos mismos se den cuenta de que son amados".
"Sin familiaridad no se demuestra el amor y, sin esta demostración, no puede haber confianza. El que quiera ser amado hace falta que haga ver que ama", sostiene Don Bosco.
Insisto en que esta propuesta va mucho más allá de lo pedagógico o del trato con niños y adolescentes. Es una invitación a desarrollar y a madurar un 'modo de ser' en nuestra relación con cuantas personas Dios nos ponga en nuestro diario caminar -con todos y en todo momento-, a imitación de Jesús.
Como dice Don Bosco: "Jesucristo se hizo pequeño con los pequeños y cargó con nuestras debilidades. He ahí el maestro de la familiaridad"... ¡y de la 'amlrevolezza'!
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