Este belén de cerámica español me lo regaló en enero de 2024 mi amiga Conchi Martín Moreno.
Lleva en el revés la firma de la maestra artesana Isabel Rueda, con taller propio desde 1988 y una de las mayores exponentes actuales de la cerámica al estilo tradicional de la ciudad toledana de Talavera de la Reina (Castilla-La Mancha, España).
Reconocido en 2019 por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, el proceso artesanal de elaboración y decoración de la cerámica talaverana se mantiene vivo desde el siglo XVI, con un rico patrimonio que colorea de azul, amarillo, blanco, verde, negro y naranja todos los rincones de la ciudad, incluyendo la Basílica de Nuestra Señora del Prado, conocida como la "capilla sixtina" de la cerámica.
Talavera es una ciudad mariana por excelencia. La imagen de la Virgen del Prado que se venera en esta ciudad -y cuyo día se celebra cada 8 de septiembre- es una de las más antiguas de la arquidiócesis de Toledo. La figura de la Virgen con el Niño tiene un manto cuyo diseño se parece en formas y colores a los de la cerámica talaverana. Así que, cada vez que vea este belén, pensaré que es la Virgen de, Prado en el portal.
No sé el origen de esta advocación mariana ni el por qué de su nombre, pero seguramente habla de la fecundidad y de la cercanía de la Virgen ya que un prado no solo es el sitio donde se cultivan pastos para dar de comer al ganado -verdor que nos habla de vida fecunda- sino también un lugar ameno de paseo, cerca de un pueblo -refugio sereno de descanso para el alma-.
También me recuerda al "prado de verduras,
de flores esmaltado" del 'Cántico espiritual' de San Juan de la Cruz, prado que el Amado -el Hijo bendito de María- vistió de su hermosura. Prado que es figura del cielo pero también de nuestra humanidad asumida, embellecida y redimida por el Dios hecho Hombre.
Y en este "prado de verduras,
de flores esmaltado" ciertamente la Virgen es la flor más bella, como afirma el poeta español Pedro Jiménez de Castro (1886-1938) en su poema dedicado a la patrona de Talavera de la Reina, del que comparto aquí unos versos:
"Flor la más bella del Prado, Virgen Santa entre las santas;
muchas veces he venido a postrarme ante tus plantas
y te he dicho las endechas de mi laúd trovador;
y siempre mis ideas te han rendido vasallaje
hoy, Señora, que mi pueblo te dedica su homenaje
a ofrecerte vengo, humilde, lo más puro de mi amor.
¡Reina y Sol de Talavera!; yo recuerdo con cariño,
con ternuras inefables, de aquel día cuando niño,
a tu templo me llevaron y tu imagen contemplé;
yo recuerdo que la madre de mi vida me ordenaba:
-Reza y dile que te haga bueno-, y yo, Virgen, te rezaba
la oración casta, inocente de mi limpia y sana fe.
Desde entonces yo te amo como el pájaro su nido;
cual la perla ama su concha y la cítara el sonido
y el guerrero su bandera y su musa el trovador;
y te sigo consagrado mis pensares y quereres,
porque vi que Tú la Madre más piadosa y noble eres
al saber que no es mentira la grandeza de tu amor.
¿Cómo, pues, Virgen excelsa de mi Prado, no adorarte
y por Madre, la más buena bendecirte y aclamarte
y ofrecerte de mi lira la más dúlcida canción,
si del mágico perfume de tus célicos favores,
de la miel sabrosa y grata de tus cálidos amores
que subyugan y encadenan, está lleno el corazón?".
Lleva en el revés la firma de la maestra artesana Isabel Rueda, con taller propio desde 1988 y una de las mayores exponentes actuales de la cerámica al estilo tradicional de la ciudad toledana de Talavera de la Reina (Castilla-La Mancha, España).
Reconocido en 2019 por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, el proceso artesanal de elaboración y decoración de la cerámica talaverana se mantiene vivo desde el siglo XVI, con un rico patrimonio que colorea de azul, amarillo, blanco, verde, negro y naranja todos los rincones de la ciudad, incluyendo la Basílica de Nuestra Señora del Prado, conocida como la "capilla sixtina" de la cerámica.
Talavera es una ciudad mariana por excelencia. La imagen de la Virgen del Prado que se venera en esta ciudad -y cuyo día se celebra cada 8 de septiembre- es una de las más antiguas de la arquidiócesis de Toledo. La figura de la Virgen con el Niño tiene un manto cuyo diseño se parece en formas y colores a los de la cerámica talaverana. Así que, cada vez que vea este belén, pensaré que es la Virgen de, Prado en el portal.
No sé el origen de esta advocación mariana ni el por qué de su nombre, pero seguramente habla de la fecundidad y de la cercanía de la Virgen ya que un prado no solo es el sitio donde se cultivan pastos para dar de comer al ganado -verdor que nos habla de vida fecunda- sino también un lugar ameno de paseo, cerca de un pueblo -refugio sereno de descanso para el alma-.
También me recuerda al "prado de verduras,
de flores esmaltado" del 'Cántico espiritual' de San Juan de la Cruz, prado que el Amado -el Hijo bendito de María- vistió de su hermosura. Prado que es figura del cielo pero también de nuestra humanidad asumida, embellecida y redimida por el Dios hecho Hombre.
Y en este "prado de verduras,
de flores esmaltado" ciertamente la Virgen es la flor más bella, como afirma el poeta español Pedro Jiménez de Castro (1886-1938) en su poema dedicado a la patrona de Talavera de la Reina, del que comparto aquí unos versos:
"Flor la más bella del Prado, Virgen Santa entre las santas;
muchas veces he venido a postrarme ante tus plantas
y te he dicho las endechas de mi laúd trovador;
y siempre mis ideas te han rendido vasallaje
hoy, Señora, que mi pueblo te dedica su homenaje
a ofrecerte vengo, humilde, lo más puro de mi amor.
¡Reina y Sol de Talavera!; yo recuerdo con cariño,
con ternuras inefables, de aquel día cuando niño,
a tu templo me llevaron y tu imagen contemplé;
yo recuerdo que la madre de mi vida me ordenaba:
-Reza y dile que te haga bueno-, y yo, Virgen, te rezaba
la oración casta, inocente de mi limpia y sana fe.
Desde entonces yo te amo como el pájaro su nido;
cual la perla ama su concha y la cítara el sonido
y el guerrero su bandera y su musa el trovador;
y te sigo consagrado mis pensares y quereres,
porque vi que Tú la Madre más piadosa y noble eres
al saber que no es mentira la grandeza de tu amor.
¿Cómo, pues, Virgen excelsa de mi Prado, no adorarte
y por Madre, la más buena bendecirte y aclamarte
y ofrecerte de mi lira la más dúlcida canción,
si del mágico perfume de tus célicos favores,
de la miel sabrosa y grata de tus cálidos amores
que subyugan y encadenan, está lleno el corazón?".
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