Ir al contenido principal

#298 Amistad espiritual 



Este Niño me lo dio en julio de 2024 mi amigo Roberto Morresi.
Como ha sido un regalo por el Día del Amigo que celebramos en Argentina cada 20 de julio, me pareció buena idea tomarme de la mano de este Niño para escribir unas líneas sobre la amistad, la auténtica amistad...
Si Cristo es fuente y centro de todo amor verdadero, también lo es de toda verdadera amistad, que es una de las expresiones del amor.
Es Dios quien inspira el amor con el que amamos a los amigos hasta llegar a formar con ellos un solo corazón y una sola alma. En Él nace la verdadera amistad, crece y se perfecciona un vínculo que, si así se desarrolla, nos lleva también a la amistad con Dios.
La amistad así entendida son dos con Cristo en medio de ellos.
San Elredo de Rieval (1110-1167) define a la amistad espiritual como una "virtud que une las almas con el dulce lazo del amor haciendo de muchas una sola".
En su célebre tratado 'De spiritali amicitia' (sobre la amistad espiritual), este monje cisterciense y teólogo inglés plantea que la verdadera amistad nunca puede ser un mero sentimiento efímero o fortuito sino que tiene sabor de eternidad: "Nunca fue verdadero amigo el que pudo herir a quien anteriormente había recibido en su amistad, ni jamás gustó las alegrías de la verdadera amistad quien, herido, dejó de amar al que en otro tiempo había amado. Pues el amigo ama en todo tiempo; y, como dice san Jerónimo: 'la amistad que puede cesar es que no fue jamás verdadera'".
Elredo advierte que hay vínculos que muchos llaman de amistad y que, en realidad, no lo son. Para él, la auténtica amistad nace entre los "buenos", que no son los "perfectos" pero sí los que honesta y humildemente buscan la santidad como un don de Dios. Para éstos, la amistad se convierte en un camino compartido de búsqueda y lucha por la santidad, en el que se apoyan mutuamente y procuran el sumo bien para su amigo en cada paso de la vida.
Así, sostiene Elredo, "la amistad espiritual nace entre los buenos por razón de la semejanza de vida, de costumbres y de ideales, del mutuo sentir sobre las cosas divinas y humanas con benevolencia y caridad".
"Me parece que esta definición explica suficientemente la naturaleza de la amistad si por caridad entendemos, según nuestra manera de hablar, la exclusión de todo pecado, y por benevolencia expresamos esta facultad de amar que nos conmueve con su dulzura en lo más íntimo de nuestro ser. Allí donde se da tal amistad existe también, sin duda, el mismo querer y no querer, tanto más dulce cuanto es más sincera, y tanto más suave cuanto es más santa. Los que así se aman nada inconveniente pueden querer, nada conveniente pueden rehusar. Esta amistad está gobernada por la prudencia, regida por la justicia, defendida por la fortaleza y moderada por la templanza", afirma.
Como toda relación, la amistad es un proceso. Según Elredo, su comienzo debe estar guiado por "la pureza de intención, el magisterio de la razón y el freno de la templanza" y así sobrevendrá un "suavísimo afecto tan inefablemente penetrado de dulzura que no pueda dejar de ser ordenado".
La confianza mutua es un elemento esencial de toda verdadera amistad.
San Elredo afirma que sólo llamamos amigos a aquellos a quienes "sin ningún temor confiamos nuestro corazón con todos sus secretos" y a los que, al mismo tiempo, se sienten, a su vez, ligados a nosotros con "la misma fidelidad e idéntica confianza"
"Un amigo es el compañero de tu alma; unes y aproximas tu espíritu al suyo fundiéndolos de tal manera como si de los dos quisieras hacer uno solo. A él te entregas como a otro 'tú', nada le ocultas y nada temes de él", señala el abad de Rieval.
Elredo destaca la necesidad de contar con verdaderos amigos para no caminar solos, tener con quien compartir alegrías y tristezas, en quien apoyarse en las dificultades, de quien recibir consejo, corrección y ánimo.
"La amistad da su fruto en la vida presente y en la futura. Ella sazona con su suavidad todas las virtudes, destruye con su poder los vicios, suaviza las cosas adversas y modera las prósperas, de suerte que sin amigos apenas puede haber alegría entre los mortales. Sin ellos, el hombre se asemeja a las bestias, pues no tiene con quién compartir sus penas ni sus gozos, ni puede desahogarse cuando asaltan su alma pensamientos inoportunos, ni comunicar las ideas nuevas, sublimes, luminosas, que puedan sobrevenirle", afirma el monje.
Y añade: "Mientras vivimos en la tierra, no hay remedio más enérgico, más eficaz ni más excelente para nuestras heridas que tener quien nos compadezca en la desgracia, y se alegre con nosotros en la prosperidad. De manera que, según las palabras del apóstol, arrimados a los hombres, llevan sus cargas mutuamente, es más, cada uno encuentra la propia carga más ligera que la del amigo. La amistad ilumina la felicidad y aligera la desgracia compartiéndola y comunicándola. El amigo es, por tanto, la mejor medicina en esta vida".
"¡Ay del que está solo y cae sin tener otro que le levante! Verdaderamente está solo quien no tiene un amigo. En cambio, ¡qué dicha, qué seguridad, qué alegría si tienes alguien a quien poder hablar como a ti mismo,a quien poder confesar sin temor las propias faltas, a quien poder revelar sin rubor tus progresos en la virtud, a quien poder confiar todos los secretos y comunicar los planes que abrigas en tu corazón! ¿Puede haber cosa más agradable que unir un alma a otra de suerte que no formen más que una sola; de tal forma que entre ellas no se tema la arrogancia ni el recelo, que uno no se sienta herido al ser corregido por el otro, ni pueda acusarte de adulación al verse alabado por él?", se pregunta Elredo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

#254 Un ajuar para el Niño

Este Niño precioso me lo regaló mi amiga Annie Calzia en julio de 2018. Lo trajo de Santiago de Chile y por eso acudí a Teresa de los Andes (1900-1920), carmelita chilena canonizada en 1993, para escribir estas líneas. En una de sus cartas a su prima Herminia Valdés Ossa, Teresa le da algunos consejos para vivir el tiempo de Adviento, que está a punto de empezar. "Prepárate para Navidad. Piensa todos los días en Jesús que, siendo Dios eterno, nace como un tierno Niño; siendo Todopode­roso, nace pobre, sin tener con qué resguardarse del frío. Necesita de su Madre para vivir, siendo Él la Vida", le escribe a su prima, a quien llamaba cariñosamente "Gordita". Y a continuación le hace una "lista" para que le prepare un "ajuar" al Niño Jesús: "Camisitas para abrigarlo: cinco actos de amor diarios y deseos de recibirlo en la Comunión. 'Jesús mío, ven a mi pobre corazón, que sólo desea latir por Ti'. Mantillas para envolverle sus pi...

#275 El pozo de Belén

Este pesebre me lo regaló en mayo de 2019 mi amiga Daniela Temelini. El nacimiento fue hecho por la hermana de Daniela, carmelita descalza del Monasterio Santa Teresa de Jesús, de Buenos Aires. Cuando lo vi, lo que más me llamó la atención fue un aljibe al costado del pesebre. ¿Qué hace un pozo de agua allí? Lo curioso es que en Belén no hay uno sino tres pozos de agua históricos, cisternas cavadas en la roca, a poca distancia de la iglesia de la Natividad. Son los pozos del rey David, asociados al episodio de los tres valientes soldados que irrumpen en el campamento de los filisteos para buscar agua, narrado en el segundo libro de Samuel y el primero de Crónicas: "Estos tres, los más valientes de los treinta, bajaron juntos donde David, a la caverna de Adulam, en el tiempo de la siega, mientras que una tropa de filisteos acampaba en el valle de Refaím. David estaba en el refugio y había en Belén una guarnición filistea. Se le antojó decir a David: '¡Cómo me gustaría be...

#277 En la barquilla

Este pesebre me lo regaló en octubre de 2019 mi amiga Paula Molinari. Lo trajo de Jujuy, en el noroeste de Argentina, y es una única pieza de cerámica, en estilo andino. Las figuras de José, María y el Niño están dentro de una canoa de totoras -o caballito de totora, como se la denomina popularmente-, una embarcación típica de los pueblos originarios del lago Titicaca, en la frontera entre Bolivia y Perú. ¿Qué hace el Niño Jesús durmiendo en una barca? Santa Teresa de Lisieux utilizaba muchas veces esta imagen para hablar de la silenciosa presencia de Jesús en su alma, a veces tan sigiloso que parece dormir, incluso en medio de la tempestad, como lo hizo en la barca de los apóstoles. En sus diversos escritos, Teresita habla muchas veces de sí misma como una barquilla, una navecilla, un "frágil esquife". Por fe, sabe que Jesús va en su barca, que es el "piloto divino" quien marca el rumbo de su vida y la conduce a la ribera deseada, aunque a veces la travesía no es...