Ir al contenido principal

#253 Siyahamba


Este pesebre me lo regaló mi amiga Nerea González. Me lo envió desde Sudáfrica en julio de 2018. Es una cubierta para vela, en cartulina, con la silueta calada de la escena del pesebre, pero en la sabana africana, con sus árboles típicos, cabras, una jirafa y hasta tres suricatas. El efecto de la luz brillando en la oscuridad a través de esta imagen es precioso.
Nacido a mediados del siglo XX como una canción de protesta y de reclamo de libertad, "Siyahamba" es uno de los himnos cristianos más populares de Sudáfrica y, precisamente, habla de la luz. Con una estructura muy sencilla y un ritmo pegadizo, la canción repite varias veces "Siyahamba ekukanyen kwen kos", que, en lengua zulú, significa "caminamos a la luz de Dios".
Es una letra muy simple pero rica en mensaje: en primera persona del plural, la que canta es una comunidad. Y es una comunidad que camina, que marcha, que se mueve, que no se queda paralizada. Y eso lo hace bajo la luz, la guía de Dios. El Espíritu es el que anima, impulsa y mueve a la comunidad.
Como invitación al pueblo de Dios, el profeta Isaías ya proclamaba estas palabras varios siglos antes del nacimiento de Jesús: "¡Ven, casa de Jacob, y caminemos a la luz del Señor!" (Isaías 2, 5). Y es este mismo profeta el que preanuncia el advenimiento del Mesías, al que identifica con la luz: "El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz: sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz" (Isaías 9, 1).
La imagen del Hijo como luz es retomada por Juan en el prólogo de su evangelio, en el que afirma que en la Palabra, en el Verbo, "estaba la vida y a vida era la luz de los hombres". "La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre" (Juan 1, 9).
Y también en el Evangelio según san Juan, es el propio Jesús quien se llama a sí mismo "luz del mundo": "Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida" (Juan 8, 12).
Caminemos en la luz de Dios... ¡Siyahamba!



Comentarios

Entradas populares de este blog

#254 Un ajuar para el Niño

Este Niño precioso me lo regaló mi amiga Annie Calzia en julio de 2018. Lo trajo de Santiago de Chile y por eso acudí a Teresa de los Andes (1900-1920), carmelita chilena canonizada en 1993, para escribir estas líneas. En una de sus cartas a su prima Herminia Valdés Ossa, Teresa le da algunos consejos para vivir el tiempo de Adviento, que está a punto de empezar. "Prepárate para Navidad. Piensa todos los días en Jesús que, siendo Dios eterno, nace como un tierno Niño; siendo Todopode­roso, nace pobre, sin tener con qué resguardarse del frío. Necesita de su Madre para vivir, siendo Él la Vida", le escribe a su prima, a quien llamaba cariñosamente "Gordita". Y a continuación le hace una "lista" para que le prepare un "ajuar" al Niño Jesús: "Camisitas para abrigarlo: cinco actos de amor diarios y deseos de recibirlo en la Comunión. 'Jesús mío, ven a mi pobre corazón, que sólo desea latir por Ti'. Mantillas para envolverle sus pi...

#275 El pozo de Belén

Este pesebre me lo regaló en mayo de 2019 mi amiga Daniela Temelini. El nacimiento fue hecho por la hermana de Daniela, carmelita descalza del Monasterio Santa Teresa de Jesús, de Buenos Aires. Cuando lo vi, lo que más me llamó la atención fue un aljibe al costado del pesebre. ¿Qué hace un pozo de agua allí? Lo curioso es que en Belén no hay uno sino tres pozos de agua históricos, cisternas cavadas en la roca, a poca distancia de la iglesia de la Natividad. Son los pozos del rey David, asociados al episodio de los tres valientes soldados que irrumpen en el campamento de los filisteos para buscar agua, narrado en el segundo libro de Samuel y el primero de Crónicas: "Estos tres, los más valientes de los treinta, bajaron juntos donde David, a la caverna de Adulam, en el tiempo de la siega, mientras que una tropa de filisteos acampaba en el valle de Refaím. David estaba en el refugio y había en Belén una guarnición filistea. Se le antojó decir a David: '¡Cómo me gustaría be...

Niño invitado #63: Doctorcito Jesús

Esta foto la tomé en abril de 2018 en la preciosa Basílica de San Francisco, en Lima, Perú. Es la imagen del Niño Jesús Doctorcito y puedo dar fe de la devoción que le tienen los limeños pues en el rato que estuve allí de visita no cesaron de acercarse, especialmente niños y ancianos, para rezar ante ella con sencilla piedad. Es peculiar la imagen: el Niño, con algunos juguetes, sentadito en un trono, vestido como médico, con ambo y zapatos blancos, y un estetoscopio. Jesús, que curaba a los enfermos, corporal y espiritualmente, se llamó a sí mismo médico: "No es la gente sana la que necesita médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores" (Marcos 2, 17). La imagen de Jesús como médico es preciosa. El médico -al menos el médico ideal- no solo sabe cómo restaurar la salud, sino tambiñen proteger y sostener toda vida. Ha de interesarse por su paciente como persona, en forma íntegra, y no solo por una parte de su cuerpo. Genera un vínculo de co...